¿Es la enfermedad mental la que
lleva a las drogas o son éstas las que traen la enfermedad mental? Es
una pregunta que se hacen los terapeutas que trabajan con personas que
consumen drogas y que presentan trastornos psicóticos, es decir, un
alejamiento de la realidad. «Muchos estudios han evaluado el riesgo de
que el cannabis, la droga ilegal más utilizada del mundo, provoque una
esquizofrenia, la enfermedad mental más conocida», dice Ignacio Mata
Pastor, médico psiquiatra del Hospital Universitario Marqués de
Valdecilla, en Santander. «Practicamente todos ven que hay una relación
entre ambos. Pero también es cierto que la esquizofrenia es una
enfermedad con gran componente genético. Quien va a desarrollarla está
predispuesta desde el nacimiento. En estas personas, el consumo de
cannabis sería un síntoma más de su enfermedad». Esa es la gran duda.
«¿Hacia dónde hay que poner la flecha?», se pregunta el especialista.
«¿Es el cannabis el que provoca la esquizofrenia o son los estadios
previos de la enfermedad los que llevan al consumo?».
Ignacio Mata ofreció una conferencia hace unos días en
Donostia sobre la relación entre el consumo de cannabis y la psicosis.
La charla se inscribió en las Jornadas sobre Drogodependencias
organizadas por la Asociación de Afectados por la Droga, D.E.E. «El
riesgo de que aparezca una enfermedad como la esquizofrenia está
estrechamente relacionado con la edad de inicio de consumo. La
adolescencia temprana es una etapa de altísimo riesgo».
Droga y enfermedad
Los jóvenes y adolescentes desconocen la vinculación
entre el consumo de cannabis -una droga que utilizan 200 millones de
personas en todo el mundo- y el desarrollo de enfermedades
psiquiátricas, según alerta este experto. El cannabis o cáñamo índico
se presenta en forma de hachís (resina que se extrae de las hojas y del
polen de la planta) o en forma de marihuana (las hojas machacadas). La
psicosis, por su lado, define cualquier patología en la que existe una
desconexión de la realidad. Dentro de la psicosis, la enfermedad más
conocida es la esquizofrenia, que afecta a pensamientos, percepciones y
conducta.
En el hospital de Valdecilla existe una unidad
especializada en los primeros episodios de psicosis. «Atendemos a todas
las personas de la comunidad que debutan con un trastorno de este
tipo», dice Mata. «Les seguimos durante tres años y hemos comprobado
que la frecuencia de uso de esta droga en ellas es muy alta. Más de la
mitad son consumidores de cannabis». Hay casos de gente muy joven. «La
persona más joven que hemos tratado es un chico de 13 años con una
psicosis tóxica, es decir, provocada por el consumo de drogas. Para los
adolescentes son episodios especialmente dañinos. Hasta los 16 años el
cerebro está en plena formación. Y según los estudios, el 50% de quien
ha sufrido una psicosis tóxica, acabará desarrollando una
esquizofrenia, una enfermedad crónica para la que hoy en día no hay
curación».
Los casos de psicosis tóxica no son raros en los
servicios de urgencias en los hospitales. «Todas las noches de viernes
o sábado se ve un caso de este tipo. Casi siempre son adolescentes». A
su juicio, es un problema grave. «La gente tiene poco miedo a las
piscosis tóxicas. Te dicen: "Algún mal viaje he tenido, pero..."».
¿Cala en la sociedad la idea de los riesgos del consumo
de cannabis? «Los riesgos a nivel psiquiátrico del uso del cannabis son
muy poco conocidos», dice Mata. «En una encuesta con jóvenes realizada
hace unos años por la Fundación Bartolomé de Carranza, de Navarra, el
riesgo que atribuían al uso del cannabis era menor que el que podía
producir el alcohol o el tabaco. Hay jóvenes que responden que no
consumen drogas y cuando les preguntas "¿y porros?", entonces dicen que
sí».
¿Sigue siendo el cannabis una droga de fácil acceso? «El
consumo de drogas sube. Es posible que el de cannabis se haya
mantenido. Según las encuestas, alrededor del 30% de los adolescentes
lo consumen con cierta regularidad».
Programa Eraiki
José María Izeta es el responsable del programa Eraiki
en Proyecto Hombre. El programa nació hace un año para atender a
personas con toxicomanía y enfermedad mental severa o grave. Con una
experiencia de 18 años como terapeuta en Proyecto Hombre, José María
Izeta tiene claro que «detrás de las drogas hay siempre otro problema».
«El uso de drogas es un síntoma que nos comunica que algo no se ha
desarrollado bien. Todos sufrimos carencias y dificultades.
Necesitamos
ayudas. Algunos van más justos que otros. Y desde ahí entendemos la
toxicomanía». En Proyecto Hombre se olvidan pronto de ese síntoma que
son las drogas. «Tratamos el consumo, porque si la persona no está
abstinente estaremos enredados con lo urgente sin abordar lo
importante, el aspecto más profundo del ser humano».
Al hablar de enfermedad mental severa nos referimos a
personas que desde su primera infancia han tenido problemas para
posibilitar su desarrollo personal.
A veces los atascos son graves. «Ante una madre
depresiva y sin apoyos sociales pueden invertirse los roles. La madre
se agarra al hijo para salvarse. Es el único anclaje afectivo que
encuentra. Ese niño hace una función antidepresiva. Y se queda
bloqueado en el inicio de su vida. Irá más o menos bien. Pero a los 18
años surge un brote psicótico. ¿Debido a que ha tomado una pastilla?
No. Entra en la etapa adulta y conecta, en un plano inconsciente, con
un interior que no se había desarrollado. Se siente mal. Consume
hachís, drogas. Y de pronto se rompe. La psicosis es la rotura, la
desconexión con la realidad».
El trabajo que se realiza en Proyecto Hombre abarca a
tres generaciones. «Siempre hemos trabajado con el sistema familiar,
porque el sufrimiento fluye».
No hay leyes matemáticas para explicar la ruptura con lo
real. «A lo largo de la infancia y de la vida van pasando cosas. No hay
que pensar siempre en algo grande. El entorno juega un papel
importante. En ambientes más desfavorecidos las toxicomanías son más
duras porque lo social añade sufrimiento a lo personal».
Las familias sufren mucho. Izeta defiende que «con los
hijos se hace lo mejor que se puede». «Cuando aparecen los problemas,
se sufre por el propio dolor de
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