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Los médicos reducen su tabaquismo, pero las enfermeras lo duplican
Fecha: 01.12.2003 Fuente: ABC

Foto: www.terra.com.uy
Un estudio en cinco hospitales señala que en Enfermería fuma entre el 40,9 y el 64,7 por ciento, frente al 34,4 de la media española y el 27,2 de las mujeres.

En materia de tabaquismo, los médicos están pasando de tener cuchillo de palo en casa del herrero a predicar con el ejemplo. Sin embargo, el humo sigue campando a sus anchas en buena parte de los hospitales españoles y, de hecho, el número de profesionales de la enfermería que fuman prácticamente duplica al de la media de mujeres fumadoras.

En 1985, la prevalencia (proporción de fumadores) entre los facultativos resultaba poco ejemplificadora, ya que se situaba en torno al 49 por ciento, diez puntos por encima de la media de la población en ese momento. En la actualidad, de acuerdo con los últimos estudios realizados, el porcentaje de médicos fumadores ha disminuido notablemente, a un ritmo mayor que en el resto de la población.

Ya en 1998 se apuntaba que consumían tabaco el 34,4 por ciento, pero una encuesta realizada en 2002 entre los cardiólogos rebajaba la prevalencia en esta especialidad hasta el 13,5 por ciento, incluyendo fumadores habituales y ocasionales, cuando la media española que recoge la Encuesta Nacional de Salud de 2001 se sitúa en el 34,4 por ciento.

Sin embargo, no puede decirse lo mismo de los profesionales de Enfermería, donde la prevalencia está aún muy por encima de la del conjunto nacional. Ya en el estudio entre el personal del Insalud de 1998 se apuntaba a que fumaba el 43,2 por ciento de los enfermeros, pero los datos aportados ayer en Zaragoza por el presidente del grupo de trabajo de Tabaquismo de la Sociedad Española de Cardiología y jefe clínico del Hospital Virgen Macarena de Sevilla, Víctor López García-Aranda, durante la última jornada del III Congreso Nacional de Prevención y Tratamiento del Tabaquismo, añaden inquietud.
 
Estudios realizados en el colectivo de Enfermería de cinco hospitales -los de la Princesa de Madrid, Seguridad Sociedad de Tenerife, Txagorritxu de Vitoria, General de La Rioja y Marqués de Valdecilla de Santander- advierten de que fuma entre el 40,9 y el 64,7 por ciento.

Estrés y turnos de noche

Si estos porcentajes superan ampliamente la media de la población española en general, la diferencia es mayor con la prevalencia de las mujeres -género al que pertenece una amplia mayoría de los profesionales de Enfermería- que se sitúa en el 27,2 por ciento (ver gráfico). López García-Aranda no se explica los datos, a pesar de que la justificación que recibe de este colectivo es el «estrés» al que está sometido y los largos turnos de noche que tienen que cumplir. «Son sanitarios, a los que se supone mejor conocimiento del problema y un papel ejemplificador» ante el paciente, señala este cardiólogo.

Entre tanto, los empresarios españoles están comenzando a tomar conciencia de que asumir el compromiso de restringir la posibilidad de fumar es positivo no sólo para la salud de los trabajadores, sino para las cuentas y el ambiente de trabajo de la propia compañía. El programa aplicado en la empresa BSH Balay en Zaragoza, donde conviven 1.500 trabajadores y se ha logrado eliminar el humo ambiental sin provocar ningún conflicto, se puso ayer como ejemplo. Según Isabel Nerín, presidenta del Comité Científico del Congreso y participante en el programa, la clave está en que «la dirección de la empresa asuma el compromiso firme» de que se convierta en un espacio sin humo, lo que, en su opinión, también se debería producir en hospitales y escuelas. Junto a ello, es imprescindible que haya un pacto con los representantes de la plantilla.

En el citado caso, la propia empresa facilitó a los trabajadores el programa de deshabituación al tabaco, que se hizo coincidir con las horas de comienzo y fin de la jornada laboral. Como resultado, se logró que disminuyera un 25 por ciento la prevalencia en la empresa, donde fumaba el 34 por ciento de los empleados.

Para la compañía, la prohibición de fumar no sólo supone reducir las bajas y la siniestralidad laboral, sino incluso reducir el precio de las pólizas de seguro se reduce. Además, frente al temor a que la decisión provoque conflictos internos, se ha puesto de manifiesto que precisamente se generan cuando no hay restricciones y que, cuando se aplican, no hay discusiones.

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