La inseguridad laboral, los cambios sorpresivos de las condiciones de trabajo y los ritmos intensivos de trabajo con escaso control de los trabajadores forman «un cóctel explosivo provocado por las actuales reformas». Cristóbal Molina, catedrático de la Universidad de Jaén y director del Observatorio de Riesgos Psicosociales de UGT trasladó ayer esta reflexión a las terceras jornadas sobre este tipo de riesgos organizadas por FSP-UGT en la Universidad de La Rioja.
«La conclusión no es nuestra», explicó Molina, sino que viene planteada en estudios realizados por la OCDE, que han puesto sobre la mesa el coste que está suponiendo que la salud psicosocial esté abandonada. «También por la OMS, que lleva tiempo diciendo que en tiempos de crisis lo primero que se hace es abandonar las medidas preventivas, cuando un euro invertido en prevención se multiplica por cuatro en ahorro en intervención».
Diferentes encuestas realizadas en ámbitos nacionales y europeos demuestran que «uno de cada cuatro trabajadores está afectado por una situación de estrés», uno de los riesgos psicosociales principales, que ha provocado un aumento del 40% de la asistencia de los trabajadores a las consultas de atención primaria. «Pero como estos costes se diluyen en el sistema, parece que no existen», asegura Molina, quien añade que «si se prestara atención a estas cosas se podrían realizar ahorros significativos».
La violencia en el trabajo, interna o externa, sería el segundo factor de riesgo. De enfermos contra sanitarios, de alumnos o padres a docentes, atracos en la banca... son «situaciones que han crecido significativamente y que provocan un absentismo mayor, generan bajas....». Pero Molina considera que «en este país no tenemos la cultura de registrar estas situaciones y las cargamos sobre el sistema sanitario, al que ahora pedimos un recorte de 3.000 millones cuando las consecuencias del estrés laboral provocan un gasto de 5.000 o 6.000 millones. Queremos ahorrar en el sistema sanitario y le colocamos otro agujero negro».
Un tercer factor serían las adicciones, que se producen en el trabajo o se derivan de él. La crisis y la inseguridad generan adicción al tabaco y al alcohol. «Y, ¿quién asume estos costes? Las empresas no, por supuesto. Algunas pueden hacer políticas de prevención, pero si ya cuesta sacar a la luz el estrés y la violencia en el trabajo, las adicciones están totalmente invisibilizadas». Según Molina, generan enfermedades cardiovasculares y cáncer, como lo demuestran estudios significativos realizados en la Unión Europea, que establecen lazos de unión entre los mecanismos biológicos de estos factores psicosociales y las enfermedades del corazón.
Juan José Barcenas, secretario de Salud Laboral de UGT-Rioja, asegura que cuantificar, en este campo, «es complejo. Pero mientras, hace unos años, por nuestro gabinete de atención psicológica pasaban veinte trabajadores al año, ahora la cifra se ha incrementado en un 50%. Algo está pasando. El aumento de ratios, la conflictividad, los recortes, la falta de empleo público, los contratos de interinos que se acaban... Hay menos personal, más trabajo y más problemas. Eso sí que lo hemos notado».
