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Las familias de drogadictos no buscan ayuda hasta que hay conflictos graves
Fecha: 30.05.2006 Fuente: laverdad.es

Un joven lía un porro en compañía de un grupo de amigos. / LA VERDAD
Creen que el problema se puede solucionar solo y «hay un factor de vergüenza, de no quererlo admitir» Apralad tuvo seiscientas consultas en el 2005 dentro de su programa de atención a los parientes de enfermos

Los familiares no pierden la esperanza de recuperar a ese hijo, marido o hermano adicto a las drogas sin tener que recurrir a ayudas externas. Sólo cuando esa situación comienza a crear conflictos muy graves en el núcleo del hogar se admite la realidad que, por dura que sea, se impone y obliga a buscar la solución fuera del ámbito familiar.

«Generalmente, cuando la familia acude a nosotros lo hace con mucha angustia y cuando el problema ha avanzado mucho, les cuesta aceptar el problema y cuando vienen es porque les desborda la situación y necesitan ayuda». Así resume Carolina Domínguez, trabajadora social de la Asociación Provincial de Ayuda al Toxicómano, la actitud más común frente a un familiar drogadicto.

«Cuando ven que la droga domina a la persona es cuando acuden», añade, y una vez que han dado el paso «están muy dispuestos». En la mayoría de los casos, «vienen con problemas económicos porque el familiar con problemas con las drogas les ha arruinado, llegan cuando el problema está bastante metido», insiste la trabajadora social.

Las excusas que se ponen a sí mismos para no aceptar la realidad son variadas: «creen que se les va a parar la adicción, que pagando las deudas pueden dejar de tener problemas, que es sólo una racha, etcétera, pero también hay un factor de vergüenza, de no quererlo admitir», explica Domínguez. «Muchas madres tienen una imagen del drogadicto tirado en la calle pero la droga hoy en día es otra cosa».

Pero llega un momento en que la situación es insostenible y surge el conflicto. En Apralad han tenido varios casos de maltratos a familiares. «Hemos tenido casos de agresiones a los propios padres que han acabado en los juzgados». Muchas veces, se llega a ese extremo o a las amenazas cuando los familiares se niegan a darles dinero una vez más o cuando «se les dice que tienen un problema con las drogas», añade la trabajadora social.

Cuando los familiares ven que no tienen una solución es cuando acuden en busca de ayuda.

«Las primeras entrevistas con las familias están dirigidas a calmarles la angustia». Normalmente, «vienen por su propio pie y piden cita con la trabajadora social, que soy yo, y luego los derivo a la psicóloga y las dos juntas valoramos si incluir al familiar en un grupo de formación de terapia», explica Carolina.

Apralad cuenta con un programa de apoyo a las familias de drogadictos. En la actualidad, hay tres grupos en marcha con los que se trabaja con 37 personas de 27 familias diferentes.

Dos de los grupos son de formación de terapia y son semanales y «el objetivo es que aprendan a abordar correctamente el problema de la drogodependencia de forma efectiva». Así, «se trabajan aspectos personales, los preparamos para que sigan con su vida, con o sin el hijo consumiendo, porque muchas veces se descuida a otros familiares».

El cambio es posible

Ocho de cada diez familiares que acuden en busca de ayuda a Apralad son madres, el resto pueden ser la pareja o hermanos. «Si las personas se aplican y aguantan, aseguro que hay cambios, pero hay algunos familiares que a la tercera reunión ya no vienen», añade la trabajadora social.

«Han venido madres súper protectoras y que luego han hecho cambios que ni ellas mismas se lo creen y sobre todo pasa esto por escuchar a otras madres con el mismo problema, eso es lo bueno de los grupos».

Ante la negación inicial del problema, «que es como una defensa», lo primero que hay que hacerles ver es «que sí que hay un problema, pero que eso no convierte al familiar en un ogro, que su hijo sigue siendo su hijo».

En el 2005, el programa de atención a las familias de Apralad atendió seiscientas consultas en total. La trabajadora social trató a 240 familias, de las que 102 eran de nueva acogida y la psicóloga del programa atendió a 268 familias, 85 nuevas, y la abogada trató con 78.

«La familia es muy importante, desde la fundación de Apralad estamos trabajando con familias».

Para los expertos de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, el ámbito familiar «es un espacio privilegiado para la prevención del consumo de drogas».

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