El coste estimado que alcanzará la atención a este sector de población en los diez países de la UE-15 en los que su presencia es mayor - Francia, Alemania, Italia, Portugal, España, Reino Unido, Bélgica, Dinamarca, Grecia y Holanda - alcanzará los 1.500 millones de euros al año (cerca de 250.000 millones de pesetas), de los que cerca de un 50% corresponden exclusivamente a España y a Italia, los dos países en los que la extensión de la hepatitis C entre los consumidores de drogas por vía parenteral es mayor. Estos datos sobre el coste de la enfermedad son parte de un amplio estudio del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT) sobre las relaciones entre hepatitis C y uso inyectado de droga.
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- El Estado español concentra más del 20% del gasto que la enfermedad ocasionará en toda la UE debido a que registra una de las prevalencias más altas de infección por VHC entre los consumidores de drogas inyectadas.
- Se calcula que más del 50% de los usuarios de drogas inyectadas están infectados por este virus, que se mantiene latente durante años y puede ser mortal.
- Los expertos temen que los programas de mantenimiento con metadona e intercambio de jeringuillas tengan poca utilidad para frenar la expansión de este nuevo y agresivo virus.
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Para la realización de su estudio, los autores han estimado el coste del tratamiento de esta enfermedad, la extensión del VHC (virus de hepatitis C) entre la población drogodependiente de cada país y las probabilidades de infección del virus en esa población, así como el previsible curso de la enfermedad y la esperanza de vida de los enfermos. En el caso español, el coste medio del tratamiento - que incluye desde la prescripción de fármacos antivirales hasta el trasplante de hígado - es relativamente bajo en relación al de otros países de la UE (entre los 12.000 y los 14.000 euros). Sin embargo, de todos los países analizados, España es con diferencia el que registra una incidencia anual más alta de la enfermedad: los autores del estudio estiman en más de 27.000 infectados anuales la incidencia del VHC en España, muy por delante de los 15.000 del Reino Unido o los 20.000 de Italia. De hecho, siempre según el estudio, casi un tercio de los infectados en esos diez países residirían en España. Se calcula que en el Estado español más de la mitad de los usuarios de drogas por vía parenteral pueden estar infectados por el VHC, una de las prevalencias más altas de Europa, si bien los datos sobre la extensión de la infección son todavía parciales e incompletos.
Desde una perspectiva algo distinta, un grupo de profesores de la Universidad de La Rioja estiman en el mismo trabajo publicado por el OEDT que el gasto anual sólo en productos farmacéuticos que podrían ocasionar los consumidores de drogas infectados por el VHC ascendería a 135 millones de euros, frente a los 240 millones que representan los fármacos contra el VIH. En conjunto, el gasto farmacéutico destinado al tratamiento de ambas enfermedades representa el 5% de todo el gasto farmacéutico español y cerca del 1% del gasto sanitario.
Según el OEDT, en los últimos años la hepatitis C ha emergido con fuerza y se ha convertido en una de las mayores amenazas para la salud pública en todo el mundo. No se conoce el número total de personas infectadas en la Unión Europea (UE) pero es probable que exceda el millón y la cifra podría ser considerablemente mayor. De todas ellas, se estima que entre un 60% y un 90% son consumidores de drogas por vía parenteral, lo que convierte a este sector de población en un grupo de altísimo riesgo. El virus de la hepatitis C es altamente infeccioso - hasta diez veces más que el VIH - y se transmite a través del contacto directo con sangre infectada. La enfermedad se extiende muy rápidamente entre los consumidores de droga que comparten jeringuillas y otros utensilios para inyectarse droga, pero, al poder transcurrir muchos años antes de que aparezcan los primeros síntomas claros, el número de personas infectadas y no diagnosticadas es muy alto. Según los expertos, de cada diez personas que contraen el VHC entre dos y cuatro se curan de forma espontánea, eliminando el virus seis meses después de haberse infectado. Entre los que permanecen infectados de forma crónica, una proporción importante de los mismos desarrollarán con el tiempo enfermedades hepáticas potencialmente mortales.
Poca utilidad
El estudio del OEDT señala, por otra parte, que los programas de reducción de daños que están teniendo muy buenos resultados en la lucha contra la extensión del VIH entre la población inyectora de drogas por vía parenteral difícilmente tendrán el mismo grado de éxito a la hora de detener esta epidemia. En lo que se refiere a los programas de mantenimiento con metadona, uno de los capítulos monográficos del estudio pone de manifiesto que no resultan rentables, desde el punto de vista de la relación entre coste y eficacia, a la hora de tratar esta enfermedad debido fundamentalmente a que, dada la rápida y agresiva capacidad infecciosa del VHC, muchas de las personas que acceden a estos programas lo hacen ya infectadas y a que conductas de riesgo consideradas nimias pueden provocar la infección. Según los autores del estudio, sólo los programas que logren mantener bajas tasas de recaída y altas tasas de adherencia al tratamiento lograrían unos resultados que justificaran su coste económico (que, en cualquier caso, estaría ya sobradamente justificado por la capacidad de los programas de dispensación de metadona para prevenir la infección por VIH, más difícilmente transmisible pero mucho más letal). También parece evidente que, cuanta mayor sea la cobertura de estos programas, y cuanto más se complementen con otros programas de tratamiento y de reducción de daños, su efectividad en lo que se refiere a la prevención del VHC se multiplicará de forma exponencial. En lo que se refiere a los programas de intercambio de jeringuillas, por otro lado, las expectativas tampoco son halagüeñas: su capacidad para prevenir el VHC parece escasa y no se ha comprobado de forma clara que resulten económicamente rentables (es decir, que los gastos que ocasionan sean menores que los que pretenden evitar).
El tratamiento médico de los inyectores de drogas ya infectados por el VIH sí resulta, por el contrario, claramente efectivo incluso en términos puramente económicos. Frente a quienes desaconsejan la entrada en tratamiento de estas personas (por considerar que no cumplirán el tratamiento o que continuarán desarrollando conductas de riesgo), los expertos consideran que el tratamiento antiviral inmediato de drogodependientes con VHC reduce en el plazo de 20 años la incidencia de la cirrosis compensada o asintomática en un 13% y la de la mortalidad por causas hepáticas en un 7%, con un incremento medio de la esperanza de vida de 19 meses frente a la ausencia de tratamiento.
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