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Drinking bajo control
Fecha: 16.01.2012 Fuente: www.elcorreo.com

Un grupo de ingleses bebiendo cerveza. El Correo.
Los parlamentarios británicos debaten sobre los beneficios, o no, del alcohol mientras actualizan la guía de consumo responsable.

Cuenta Enric González en sus deliciosas "Historias de Londres" que una de las principales misiones de los líderes de los partidos en las Cámaras (los "whips", látigos) es recorrerse a toda velocidad los bares del Parlamento británico para que a ningún diputado se le olvide acudir a las votaciones porque se esté tomando un whisky. Paradojas de la vida, una parte de esos diputados, a través de la Comisión de Ciencia y Tecnología del Parlamento, se ha puesto manos a la obra en una misión (casi) imposible: intentar disminuir los alarmantes índices de alcoholismo de los ciudadanos británicos y sus no menos alarmantes consecuencias, que se traducen en el Reino Unido en muertes prematuras, ingresos hospitalarios, crímenes violentos y disturbios en general.

Para conseguir tamaño objetivo, los parlamentarios han actualizado de manera muy restrictiva, apoyándose en los últimos argumentos científicos, una guía de consumo responsable que está vigente desde 1987. Entonces, Reino Unido estableció el límite semanal en 21 unidades de alcohol para los hombres y 14 para las mujeres. Es decir, los británicos consideraban saludable beber diez pintas o diez copas de vino cada siete días, ya que cada una de ellas equivale a 2,3 unidades (una unidad son diez mililitros de alcohol). Ocho años después, en 1995, ampliaron incluso la cifra, hasta llegar a las 24 y las 17 unidades, respectivamente. En la década de los 90, los medios de comunicación se hacían eco de supuestos estudios científicos que exaltaban las bondades del alcohol: una copa de "red wine" ayudaba a evitar problemas coronarios, una pinta de cerveza (Guinness, por ejemplo) mantenía altos los niveles de hierro. Pero aquellas guías, según recalcan ahora los expertos, "parecían apoyar el consumo diario de alcohol", incluso en grupos de población como las embarazadas o los mayores.

Pero en la comunidad científica no existía unanimidad. No todos pensaban que beber fuera tan bueno. Por eso, los parlamentarios exponen ahora la "falta de consenso" sobre los beneficios del alcohol como uno de las motivaciones que les ha empujado a actualizar la guía de consumo responsable. 24 años después, vuelven a los límites de 21 unidades para los hombres y 14 para las mujeres. Y entre sus principales conclusiones, la Comisión de Ciencia y Tecnología del Parlamento expone que los británicos deberían tener cada semana dos días sin alcohol; nadie debería consumir en el horario de trabajo en una fábrica; los mayores, los jóvenes y las embarazadas tienen que ser especialmente prudentes; las etiquetas de las botellas deben concretar las unidades de alcohol y, finalmente, el Gobierno haría bien en no pensar solamente en los beneficios de las empresas de bebidas, sino también en la salud de los ciudadanos, subiendo el precio del alcohol. Aunque todos los medios de comunicación han dedicado abundante espacio a esta noticia, queda por ver el efecto que las recomendaciones tendrán en la ciudadanía. Apenas un tercio de los británicos sabe a cuánto equivalen las unidades de alcohol y solo un 13% lleva la cuenta. Lógico, porque no debe de resultar fácil sumar cuando uno va borracho como una cuba.

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