JUAN CARLOS MELERO /DIRECTOR DE PREVENCIÓN DE EDEX
La evolución mundial de los consumos de drogas dista mucho de ser halagüeña. El consumo de las principales sustancias psicoactivas aumenta o, como mucho, se estabiliza. La prevención, por el contrario, está lejos de consolidarse. El creciente saber científico sobre los componentes de la prevención eficaz ve limitados sus efectos por una implantación precaria y errática que apenas esboza sus primeros balbuceos.
Algunas certezas, a modo de decálogo
1. La prevención es necesaria: Los humanos parecemos condenados a un pensamiento pendular. En el caso que nos ocupa, pasamos de destacar la necesidad de priorizar la prevención a sostener con el mismo entusiasmo que la prevención no funciona, cuando, en la práctica, está lejos de ser una realidad sólida.
2. La prevención funciona: Bajo condiciones que la experiencia y la investigación han puesto de manifiesto, la prevención obtiene resultados positivos. No lo sabemos todo acerca de su eficacia, pero tampoco vivimos en la ignorancia. Disponemos de un "know how" y una tecnología preventiva contrastados y prometedores.
3. La prevención necesita generalizarse: Aunque es difícil saber cuántos estudiantes españoles participan cada año en programas preventivos, se trata de una minoría. En 2002, las comunidades autónomas comunicaron que habían participado en estos programas 755.371 estudiantes. Cruzando estos datos con la matriculación hecha pública por el Ministerio de Educación, nuestros programas estarían llegando al 9% de la población estudiantil. Esperar de tal cobertura alguna incidencia sobre los consumos parece más propio del pensamiento mágico que de un pensamiento ilustrado.
4. La prevención debe consolidarse: La prevención no puede ser una intervención precaria, inconsistente y aleatoria de la que se esperen, sin embargo, resultados milagrosos. La prevención requiere tiempo y estabilidad. Cualquier escolar se encuentra año tras año con una presentación secuenciada de contenidos en las áreas curriculares convencionales. Sin embargo, su encuentro con la prevención será inestable e incierto, dependiendo de causas ajenas al fenómeno a prevenir.
5. La prevención requiere inversiones crecientes: Tanto por el número de escolares como por la necesaria continuidad de las actuaciones, la prevención necesita una inversión creciente. Llegar a una minoría de alumnos y hacerlo, además, de un modo discontinuo es un modo seguro de no obtener resultados. Ni en prevención ni en ningún otro proceso educativo. Hágase un experimento similar con las matemáticas o la lengua, y analicemos los resultados dentro de unos años.
6. La prevención tiene que dar respuestas integrales: La prevención debe integrar acciones universales con intervenciones dirigidas a situaciones de particular riesgo. Los programas serán más universales en las etapas más precoces del sistema educativo para adquirir tintes más selectivos a medida que sus destinatarios se adentren en la adolescencia.
7. La prevención debe educar en habilidades para la vida: La educación en habilidades para la vida ha mostrado resultados positivos. Unas habilidades que ayuden a pensar críticamente la omnipresencia social de las drogas; a pensar creativamente en formas diferentes de vivir el ocio; a comportarse asertivamente en el seno del grupo; a tomar decisiones autónomas; a respetar las decisiones de los demás; a desarrollar una saludable autoestima como cimiento de la personalidad
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