El porcentaje de mujeres que pide ayuda por su drogodependencia ha
pasado de ser casi residual a equipararse con el de los hombres en
menos de una década. Es más, si en 2006 las mujeres que demandaron un
tratamiento de rehabilitación eran todavía sólo el 26% del total, el
año pasado llegaron a representar el 44%.
Los datos presentados
ayer por la Unión de Asociaciones de Atención al Drogodependiente
(UNAD) permiten concluir que las mujeres que en 1998 eran únicamente el
11% de drogodependientes en tratamiento han perdido el miedo a pedir
ayuda.
"La realidad es que las mujeres drogodependientes siempre han
sufrido una complejidad añadida, por tener a su cargo hijos, problemas
de desamparo derivados de la prostitución, malos tratos... Esta
situación generaba ciertos temores a la hora de revelar su problema de
adicción", explica Luciano Poyato, presidente de la UNAD.
"Ahora,
afortunadamente, la mujer tiene menos complejos y se siente más libre
para acudir a los programas de ayuda", opina Poyato, que, sin embargo,
no tiene una explicación para que el cambio se haya producido de un
modo tan repentino.
"Lo cierto es que llevamos mucho tiempo
trabajando en la adaptación de los recursos de los programas de
desintoxicación a la feminización y que los dispositivos de los centros
de ayuda han hecho una importante apertura", recalca el presidente de
UNAD.
Temor a las consecuencias
Para el
presidente de la Fundación Enlace (Federación Andaluza de
Drogodependencias y Sida), Antonio Escobar, "es un avance
importantísimo". "El problema de la adicción en las mujeres estaba en
un plano muy escondido. No se atrevían a dar la cara, porque temían
perder la custodia de los hijos, porque son la única fuente de ingresos
de su familia o porque estaban en manos de proxenetas", recalca Escobar.
"Por
fin asumen su problema, gracias también a nuevos recursos que hemos
puesto en marcha, como programas de tratamiento que incluyen a los
hijos", añade Escobar.
La feminización del drogodependiente que
solicita ayuda no es la única novedad del perfil elaborado por la UNAD
con los datos de los más de 150.000 drogadictos que demandaron auxilio
en 2008. "Hace años, el perfil de marginalidad definía al
drogodependiente. Ahora ya no es gente sin estudios ni trabajo, al
revés, encontramos universitarios y empleados estables: es un problema
que afecta por igual a toda la sociedad", explica Poyato.
Otra de
las preocupaciones de la UNAD es el excesivo tiempo que tardan los
drogodependientes en reclamar ayuda. "No solicitan asistencia hasta
mucho tiempo después de empezar a consumir, alrededor de seis años más
tarde, cuando notan que empieza a impactar en su vida", asegura.
También
es muy preocupante que se ha adelantado la edad de inicio de los
drogodependientes en el consumo, señala Poyato. Y concluye: "Un tercio
de los actuales drogadictos comenzaron a consumir antes de los 16 años,
cuando hasta ahora empezaban con una edad mucho más elevada. Ha
desaparecido la percepción del riesgo y el consumo se ha normalizado en
todos los sectores y edades".