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Crece en el País Vasco el número de adictos al consumo de tranquilizantes y somníferos
Fecha: 04.01.2008 Fuente: diariovasco.com

Hay más casos de adicción entre las mujeres. /REUTERS
El 30% de las mujeres ha recurrido alguna vez a los psicofármacos, frente al 14% de los hombres, según un informe del Gobierno Vasco. La suspensión del tratamiento tiene que ser gradual y bajo control médico

DV. «La única droga que tomo sonpastillas para dormir». La confesión la firmó recientemente EnriqueIglesias. En plena promoción discográfica, el cantante acalló enpúblico rumores sobre supuestas adicciones. Dicho y hecho. Losperiodistas dieron por bueno el desmentido y se marcharon con un buentitular bajo el brazo que se difundió a la velocidad del rayo a travésde internet. María José leyó aquella noticia y asintió con la cabeza.Del hijo de Julio Iglesias apenas conoce un par de canciones, pero sísabe algo más de pastillas. Las que toma desde hace cuatro años paracombatir el insomnio empiezan ahora a quitarle el sueño. Paradojas dela vida. Su médico le recetó rivotril, un fármaco de tipobenzodiacepínico, tras una operación quirúrgica y ahora, recuperada dela intervención, no puede vivir, mejor dicho dormir, sin su dosisdiaria. «He intentado varias veces dejar de tomarlas, pero me danataques de ansiedad, así que vuelvo a recurrir a ellas», admite desdeun blog de psiquiatría en el que varios adictos a los psicofármacoscomparten preocupaciones.

La dependencia de María José la padecen miles de mujeresen España. Exactamente, 1. 774.000 féminas (el 12,3% de la poblaciónfemenina) que reconocen consumir tranquilizantes o hipnóticos en elúltimo año, según el estudio El alcohol y otras drogas entre las mujeres,dirigido por el sociólogo José Navarro Botella y publicado por elInstituto de la Mujer. En el País Vasco, los porcentajes son muysimilares. El 15,7% de la población encuestada para el informe Euskadi y drogas 2006declaró haber consumido en los últimos doce meses algún tipo depsicofármaco (tranquilizantes, somníferos y antidepresivos), lo queequivale a unas 265.000 personas, con mayoría abrumadora de mujeres(30% frente al 14% de hombres)

No se trata de cuestionar la eficacia de lospsicofármacos para el tratamiento de determinados problemas de saludmental. El problema radica en que su consumo prolongado puede acabar enadicción. De esa finísima línea que separa el uso del abuso apenas haydatos oficiales. Pero sí una constatación práctica: los médicos deatención primaria se cruzan con cada vez más pacientes que no puedendesengancharse de las pastillas

José María Aiarzaguena, responsable de ese área en laSociedad Vasca de Medina Familiar y Comunitaria (Osatzen), lo cerciora:«La población envejece y los trastornos mentales aumentan con la edad.También existen enfermedades físicas que incrementan el riesgo desufrir ansiedad o depresión y cada vez atendemos a más gente que acudea las consultas por procesos normales que no pueden considerarseenfermedad pero para los que a veces se recurre a medicamentos»

Así las cosas, los psicofármacos han pasado a ser lossegundos medicamentos más recetados después de los antibióticos. Nadamalo en ello si se recetan y consumen con control. «Si se utilizancorrectamente, con una indicación médica y sobre todo con una duraciónadecuada, no suelen causar problemas», confirma Caterina Vicens,especialista en medicina familiar y miembro de la sociedad española demedicina familiar y comunitaria (Semfyc)

Lo que ocurre, incide Vicens, es que a las pocas semanasde iniciar el tratamiento el paciente puede encontrarse condificultades para dejar de tomar las pastillas. Una retirada bruscapuede desembocar en nuevos problemas. Los médicos hablan del síndromede abstinencia, cuando el paciente tiene síntomas contrarios a losefectos terapéuticos de las benzodiazipinas, como insomnio,palpitaciones, ansiedad... y del síndrome de retirada, cuandoreaparecen los síntomas por los que se inició el tratamiento pero conmayor intensidad. La suspensión del tratamiento debe ser gradual.
Para el doctor Aiarzaguena el tratamiento debería irademás acompañado de «intervenciones psicosociales» desde losambulatorios, es decir, «dotar a los pacientes de recursos para poderenfrentarse a los avatares de la vida» sin necesidad de pastillas. «Laexperiencia ha demostrado que las intervenciones no son suficientes yque es necesario encontrar otras soluciones eficaces de promoción de lasalud mental», para lo que el especialista reclama «más inversiones eninvestigación en Atención Primaria»

Ama de casa y viuda

Uno de los datos más llamativos del estudio delInstituto de la Mujer se refiere a las diferencias de género en elconsumo y dependencia a los psicofármacos: por cada hombre que admitehaber tomado alguna vez tranquilizantes lo hacen dos féminas. El perfilmedio responde, pues, al de una mujer de unos 50 años, ama de casa,casada o viuda y de clase media-baja, según las conclusiones delinforme del Gobierno Vasco

Pero, ¿qué lleva a las mujeres a tomar este tipo demedicamentos? Los factores personales son los más frecuentes. Mujereshechas y derechas a quienes la actividad diaria se les hace cuestaarriba, generalmente marcadas por una desgracia que les conmina a laconsulta del médico

Luisa tocó a la puerta de su ambulatorio después dequedarse viuda con 49 años y dos hijos jóvenes a su cargo. «Alprincipio no podía dormir. Me costaba casi dos horas y cuando caía, medespertaba cada poco rato», cuenta a través del correo electrónico. Asíque cuando le contó a su médico lo que le ocurría, éste le recetó unsomnífero que le sentó «de maravilla». De eso hace ya casi ocho años ysigue «enganchada». Lo admite sin rodeos. «Me gustaría dejarlas, perolos intentos que he hecho siempre han sido en vano». aldaz

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