Si en Bangladesh, por ejemplo, se destinaran a la compra de alimentos las dos terceras partes de lo que la población se gasta en tabaco, más de 10 millones de personas saldrían del estado de malnutrición que padecen. Y algo similar se podría decir de otros países del tercer mundo.
Parece claro que las compañías tabaqueras –que, no lo olvidemos, son entidades comerciales de lucro- buscan en los países menos desarrollados un nuevo mercado para sus productos, cuya venta les permita aumentar o mantener al menos los beneficios comerciales que hasta ahora obtenían en los países desarrollados.
Y es que esta apertura de mercados en el tercer mundo parece estar vinculada a crisis de ventas en los países desarrollados, donde el consumo de tabaco va descendiendo paulatinamente como consecuencia de una mayor conciencia sobre sus nocivas consecuencias.
Más información, sólo disponible en inglés, en la web de la Organización Mundial de la Salud (OMS):