Las marcas del doping
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Fecha:
21.09.2004
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Fuente:
elcorreodigital.com
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LA IMAGEN. El húngaro Robert Fazekas, todo un ídolo deportivo de su país, campeón de disco, fue sorprendido cuando intentaba dar el cambiazo del bote de orina en los análisis antidopaje. / REUTERS
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Las drogas detectadas en más de una veintena de deportistas en los Juegos Olímpicos de Grecia causan serios trastornos en el organimo y pueden provocar una muerte repentina
El saltador Raúl Fernández, el piragüista Jovino González, la fondista Amaia Piedra y la ciclista Janet Puiggros se quedaron en casa. Los cuatro deportistas españoles se perdieron la Olimpiada de Atenas al descubrirse en los controles previos que habían consumido sustancias dopantes con el fin de mejorar su rendimiento. Los suyos no son casos aislados. El Comité Olímpico Internacional (COI) ha impulsado este año una auténtica cruzada antidroga, que ha permitido desenmascarar a más de una veintena de atletas. El uso de «manera constante y permanente» de productos dopantes representa una amenaza para el espíritu olímpico que encierra el tradicional eslogan de "mens sana in corpore sano", según afirma el catedrático de Educación Física y Deportes, Manuel Vitoria. Y, lo que es peor, constituye un peligro real para la salud. Los tóxicos que más consumen los deportistas generan trastornos graves en el organismo, acortan la vida y pueden provocar, entre otras reacciones, una muerte repentina por infarto.
La caída el mismo día de la ceremonia inaugural del héroe griego llamado a encender el pebetero, el mito Kostas Kenteris, constató que la lucha del COI contra las sustancias ilícitas iba en serio. Kostas era un dios. Manuel Vitoria dice que en Grecia «le tenían casi como la reencarnación de Júpiter». «Y resulta que él y la estrella Ekaterine Thanou estaban dopados y, encima, representaron un falso accidente de moto para eludirlo». El traumatólogo vasco conoce de cerca del doping. Manuel Vitoria, que fue facultativo de la Vuelta Ciclista, es también el único especialista de España con cátedra en medicina deportiva.
"Médicos dopantes"
El fenómeno de las drogas en el deporte está propiciando, a juicio del experto, la aparición de lo que denomina "médicos y fisioterapeutas dopantes". Son profesionales de la salud que, según dice, se ocupan de garantizar los mejores resultados de sus discípulos con sustancias prohibidas, «poniendo sus organismos al límite». «Un ejemplo de ello es el griego Cristos Tzekos, un mediofondista malo que se hizo marino mercante. De ahí, pasó a ser fisioterapeuta y a entrenar a Kenteris y Thanou. Ya hemos visto lo que ha hecho con ellos».
El abanico de drogas para el triunfo es amplio, pero el especialista resume el catálogo en siete sustancias, que son las más habituales entre los deportistas tramposos. Una de las más populares es la que retiró de la competición de halterofilia a la rusa Albina Khomich: la testosterona. «Todo el mundo sabe que masculiniza. La atleta que lo toma pierde sus rasgos de mujer para parecer cada vez más un hombre, como le ha ocurrido a la velocista mozambiqueña María Mutola». Pero no es eso lo peor. El consumo de esta sustancia provoca hepatitis y cáncer. «Está comprobadísimo y no retiro ni una coma de lo que digo», sentencia el catedrático.
La estrella de los narcóticos para el éxito deportivo es la eritropoyetina, más conocida como EPO, que permite aumentar la cantidad de glóbulos rojos y provoca un fenómeno que los médicos llaman "barro en la sangre". La EPO se paga a unos 1.200 euros la caja de unas 15 ampollas. «Pero ya estamos degenerándolo todo y se está dando a los deportistas eritropoyetina de perro». Es más barata, cuesta 800 euros al consumidor, pero «los "médicos dopantes" la adquieren por 530 en la localidad gallega de Porriño».
La EPO, una forma síntentica de la proteína que favorece la producción de células transportadoras de oxígeno, está hecha «básicamente» de glóbulos rojos concentrados. Una sola dosis podría desencadenar un infarto o un accidente cerebrovascular. Las consecuencias de su consumo incluyen hipertensión, trastornos cardiacos, problemas de coagulación, hemiplejias. «Algún día verán que la de culebra sale más barata y ¿hala! ¿eritropoyetina de culebra para todos!», lamenta Vitoria.
Olimpiada «bioquímica»
La siguiente en la lista es la cortisona, una hormona que se produce en el hígado y el riñón, con un alto poder antiinflamatorio. Si se usa, el organismo deja de fabricarla y se produce una disminución de las defensas, con el consiguiente peligro de sufrir una infección. La falta de cortisona deriva también en diabetes, hipertesión, fragilidad ósea y pérdida muscular. Y además genera dependencia porque el organismo para funcionar correctamente necesita esa hormona que ha dejado de fabricar de manera natural.
Los efectos de la hormona del crecimiento, los estimulantes, los betabloqueanes y los diureticos son parecidos. Desarrollo exagerado de la mandíbula, trastornos cardiacos, fallos renales, diabetes, hipertensión... «A pesar del esfuerzo del COI por luchar contra el dopaje, soy pesimista. Para mí, ya no son los Juegos Olímpicos, sino los Juegos bioquímicos», sostiene Vitoria.
Las drogas utilizadas siguen tres parámetros. Hay sustancias estimulantes, esteroides que modifican el sistema endocrino y la posibilidad del dopaje sanguíneo. El futuro apunta hacia el dopaje génico, consistente en administrar a los atletas unos genes extra que les permitan correr más o saltar mejor o lanzar con más fuerza.
La trampa genética garantiza mejores resultados y grandes dificultades para detectarla. Sin embargo, la terapia génica en enfermos muy graves se ha resuelto hasta la fecha con alguna muerte y varios casos de cáncer. «Cuando llegue, entregaré mi carné en el Colegio de Médicos. "Aquí lo tiene", le diré al presidente; y me dedicaré a oír cantar a los pájaros y a pasar el tiempo con mi gato y mis perros».
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