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Cruz Roja cambia su estrategia por el aumento de menores adictos al porro. La curiosidad es la causa del inicio del consumo en el 54% de los casos
Fecha: 02.11.2005 Fuente: nortecastilla.es

Un joven bebe alcohol y fuma cannabis. / EL NORTE
La organización ha detectado que las terapias dirigidas al heroinómano adulto fracasan con los adolescentes El número de enganchados al cannabis crece un 5% en un año y un 17,3% el de alcohólicos

ANA SANTIAGO A. S./VALLADOLID
 
Los tiempos cambian y las adicciones no son ajenas a ello. El viejo perfil del heroinómano, generalmente mayor de edad, con una conducta y una forma de vida asociada a marcados roles, tiende a desaparecer. El yonqui ha pasado de ser una figura importante e imitable en el mundo de las toxicomanías a ser rechazado porque se pincha. Todo ello avalado socialmente por el contagio de enfermedades como el sida o la hepatitis. La cocaína, el alcohol y el cannabis han ocupado su espacio y lo han hecho, sobre todo los porros, especialmente en la gente más joven, en los menores de 15 años.

El Centro de Atención a Drogodependientes de Cruz Roja ha sido en los últimos años testigo de primera línea de estos cambios, en toda la región, hasta el punto de estimar muy necesario un cambio en sus terapias para adaptarse al nuevo perfil. «No lo hacíamos bien y es necesario modificar nuestras intervenciones a la nueva realidad. En el 2004 y el 2005 hemos constatado este cambio. Este será el año del pilotaje y, a finales del 2006, analizaremos resultados y volveremos a ajustar cuanto sea preciso», explica Antonio Marcos, médico de la organización no gubernamental encargado de las terapias.

Reconocimiento

Cruz Roja está acostumbrada a los cambios y a acompañarlos con sus tratamientos, «pero en 18 años nunca habían sido tan bruscos y llamativos». «En este momento es un problema serio estos menores de 14 ó 15 años enganchados y que además no reconocen el problema que es el primer paso para una terapia», añade Antonio Marcos.

Según explica este experto la ventaja del heroinómano, y de otras drogas, es que cuando llegan al centro lo hacen conscientes de que tienen un problema, una adicción; pero en caso de los menores que fuman marihuana, además de ser más jóvenes y, por lo tanto, más inmaduros, no creen tener dependencia alguna. «No tienen el clásico síndrome de abstinencia -el heroinómano llega con diarreas y escalofríos- y entonces no nos hacen caso porque no hay percepción del problema, creen que controlan la situación». Perfila Antonio Marcos que, en las terapias futuras, tendrán que modificar el lenguaje, las formas y seguir unas nuevas directrices sin olvidar la importancia de la prevención en estos casos.

Entre otros aspectos, el Centro de Drogodependencias variará las consultas, menos largas pero más frecuentes; buscará horarios en los que no puedan coincidir en la sala de espera con personas en fase de desintoxicación de otras sustancias y también los psicólogos adaptarán sus terapias y los mecanismos para conseguir modificar las alteraciones de conducta y ofertar diferentes formas de ocio, entre otros cambios.

Cruz Roja celebrará el próximo día 15 su habitual reunión con el Comisionado para la Droga en la que presentará su balance anual y constatará estos nuevos programas.

Este año, explica Antonio Marcos, también se abordará de cara el futuro la función del enfermero porque es un profesional que puede tener importantes funciones más allá de las puramente clínicas como en el terreno de la prevención y que actualmente está "desaprovechado".

Balance

Desde que Cruz Roja abriera, en 1988, las puertas de su Centro de Atención al Drogodependiente han pasado 3.633 pacientes por el mismo. El balance del último ejercicio cerrado recoge un total de 756 personas en tratamiento en el 2004, bien nuevos, 153, o arrastrados de años anteriores. Más de quinientos han seguido programas de metadona y, el resto, libre de drogas.

Enumera esta última memoria 22 personas en tratamiento por cannabis, muchos menos que los que han accedido al centro por la heroína, 441, o por cocaína, 99, pero que suponen un incremento del 5% en una comparativa estadística entre todos los tratamientos realizados, los 756, y los de pacientes de nuevo ingreso. Pasa así el cannabis de tener un peso del 2,9% al 7,8% en solo un año. También el alcohol -del 10,8% crece hasta el 28,1%- y la cocaína -13,1% al 28,1%- experimentan un gran aumento mientras que los datos también constatan el citado descenso de la heroína del 58,3% al 19%.

La edad registra un dato claramente negativo y el porcentaje de los menores de 15 años pasa de significar el 10,3% de los casos al 24,8%. A cambio desciende el grupo de entre 20 y 25 años. En cuanto el sexo, sigue predominando el consumo entre varones, 86,9%, frente al 13,1% femenino pero las mujeres han aumentado. El perfil se completa con la mayor incidencia entre los solteros, con un descenso de los casados y un aumento de los separados. El tiempo de dependencia supera los cuatro años en 392 casos y la cocaína es la segunda droga más habitual.Principales drogas y su distribución por número de pacientes

La memoria de Cruz Roja recoge que la curiosidad es la principal causa para acercarse a las drogas. El 53,8% se ha iniciado por ello, aunque entre los nuevos se registra un ligero descenso y se sitúa en el 48,4% siendo la diversión quien empuja al consumo ahora en el 32,7% de los casos mientras que, en una comparativa con los casos arrastrados de años anteriores, el porcentaje baja al 26,6%.

Los amigos son, con diferencia, la principal forma de acceso a las sustancias, en el 80% de las veces, y la familia, con el 4%, la siguiente forma más habitual.

La vía de administración más frecuente es la fumada o inhalada y en 468 de los 756 casos del Centro de Drogodependencias había habido un tratamiento previo; es decir, se trata de recaídas.

En cuanto al nivel de estudios, lo más habitual es contar con certificado de escolaridad, 306 personas lo tienen; seguido de estudios primarios (181) y de Formación Profesional (111). Licenciados universitarios (12) y diplomados (9) es lo menos frecuente. El abandono de los estudios se registra en 471 casos. La memoria constata la pérdida del trabajo de los toxicómanos en 277 casos; aunque 147 disfrutan de un trabajo estable.

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