Se ha calculado que unos 84 millones de personas morirán de cáncer entre 2005 y 2015 si no se adopta ninguna medida. Con el fin de actuar en aquellos puntos susceptibles de mejora para reducir la mortalidad, la principal organización sanitaria mundial organiza cada año una campaña diferente junto a la Unión Internacional Contra el Cáncer (UICC). La iniciativa actual pretende, según los responsables de esta última institución, «generar un movimiento a escala mundial para concienciar acerca del hábito de fumar en ambientes frecuentados por menores y movilizar a cada ciudadano, escuela y comunidad, así como a coaliciones de asociaciones de voluntarios, en torno a iniciativas locales para promover ambientes sin humo para los niños (en el hogar, en el coche, en la guardería, en la escuela, en casa de los abuelos)». Bajo el lema Me encanta vivir sin humo, los actos del día 4 de febrero serán sólo el pistoletazo de salida de una campaña de prevención que se extenderá a lo largo de cinco años.

En su argumentario, la UICC reitera los datos más conocidos: «la mitad de las personas que fuman hoy, unos 650 millones, acabará muriendo a causa del tabaco». Sin embargo, a esto hay que añadir la otra cara de la moneda, que no ha sido objeto de tanta atención: «cientos de miles de personas que nunca han fumado mueren cada año a causa del humo del tabaco ajeno».

Bajo peso al nacer, síndrome de muerte súbita del lactante, infecciones de oídos, insuficiente desarrollo de los pulmones, bronquitis, neumonía y asma son algunos de los problemas que pueden provocar los cigarrillos a los niños. Por otro lado, la UICC cita estudios según los cuales un único cigarrillo fumado en un ambiente con poca ventilación provoca una concentración de sustancias tóxicas muy superior a la generada diariamente en una ciudad.
Por ello, la asociación anima a los padres a liberar de humo sus hogares y coches, y también apela a las autoridades sanitarias de cada país para que desarrollen normativas relativas a los espacios públicos.