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Los ingresos en centros de desintoxicación por cocaína son ya el doble que por heroína
Fecha: 15.01.2004 Fuente: Diario Vasco

Cocaína en polvo
El consumo de "coca" dispara la incidencia de dolencias mentales como la psicosis o la paranoia. El precio de la sustancia ha bajado a la mitad en diez años

Publicado en Diario Vasco en Diciembre de 2003
 
La cocaína ha tomado el relevo a la heroína a la cabeza de la lista de drogas que generan una fuerte dependencia. Cuatro de cada diez nuevos ingresos en centros de desintoxicación tienen que ver con su consumo, una cifra que duplica ya las entradas que se producen a consecuencia del caballo. Responsables de esos centros han constatado que el abuso de coca dispara la incidencia de dolencias mentales como psicosis o paranoias: al menos uno de cada dos usuarios en proceso de desintoxicación requiere medicación para sobrellevar esa clase de patologías.

Son muchos los estudios que han constatado que la cocaína ha desplazado a la heroína como droga dura más consumida. La cotización a la baja del caballo, asociado al sida, la marginalidad y la decadencia física, ha llevado a la coca a encabezar en solitario la tabla de sustancias más demandadas entre las nuevas generaciones. «Fue tal la demonización que se hizo de la heroína a raíz de la epidemia que sufrimos a finales de los ochenta que el resto de las drogas quedaron, si no como buenas, al menos como menos malas», reflexiona José Antonio Diego, de Proyecto Hombre.

Junto a Juan Zubia, director del centro Ulia Enea de la misma institución, Diego ha conocido de primera mano la evolución del mundo de las toxicomanías en las últimas décadas. Ambos fueron testigos del boom del caballo en los ochenta, cuando apenas había medios ni experiencia para atender a cientos de chavales convertidos en ruinas humanas. «Inicialmente -recuerda Diego- Proyecto Hombre sólo se dirigía a los heroinómanos porque era la principal demanda. Estoy hablando de 1985, que es cuando nos ponemos en marcha en San Sebastián. Durante los primeros años estuvimos desbordados porque tuvimos que atender una verdadera epidemia y, además, dar cobertura a comunidades vecinas como Navarra, donde no había alternativas asistenciales».

El trajín de aquellos primeros años dio paso a una etapa más sosegada. «A mediados de los noventa -prosigue- muchos heroinómanos habían caído a consecuencia del sida y los territorios próximos ya tenían sus propios centros. Entramos en una etapa de redimensionamiento y al mismo tiempo empezamos a detectar una demanda creciente para atender a consumidores de otras sustancias». En 1995 Proyecto Hombre pone en marcha en Gipuzkoa un nuevo itinerario asistencial dirigido a drogodependientes ajenos al mundo de la heroína que tienen problemas con sustancias como la cocaína, el speed o las drogas de diseño.

Hostiles al "caballo"

El nuevo servicio, que tiene su sede en el primitivo centro asistencial de Hernani, capta desde el principio un tipo de usuario alejado del perfil del yonqui. «Es la otra cara de la moneda», explica Juan Zubía. «Frente al modelo del heroinómano, gente ya de cierta edad con un largo historial de consumo que suele arrastrar problemas judiciales y sanitarios, te encuentras con personas con una mayor integración social y cuyas familias no suelen estar desestructuradas».
 
Curiosamente, añade el responsable del centro Ulia Enea, muchos de los integrantes de este último colectivo suelen tener actitudes hostiles hacia el caballo y el mundo que lo rodea. «Rechazan la heroína y a los que la consumen», dice Zubia, que cuenta también que sólo consideran drogadictos a los heroinómanos. «Para ellos el mundo de la droga es únicamente el de la heroína y piensan que no tienen nada que ver con eso porque generalmente tienen una pareja, una familia y su estudios o su trabajo».

La línea que divide al consumidor ocasional de cocaína o speed con el drogodependiente es muy sutil. «Se trata de gente que inicialmente sólo consume durante los fines de semana y que está convencida de que lo tiene controlado», explica Zubia. «Esa fantasía del control hace que los consumos se vayan haciendo cada vez más frecuentes hasta que un día se les encienden las alarmas y se dan cuenta de que la cabeza ya no les funciona como antes. Empiezan a tener episodios de paranoias o alucinaciones y ven que la cosa se les está yendo de las manos».

Los adictos a la coca y al speed cuentan por lo general con varias ventajas a la hora de iniciar un tratamiento de desintoxicación. «Suelen arrastrar menores problemas que los consumidores de heroína en cuanto a historiales de enfermedades físicas o problemas judiciales. También les ayuda el hecho de que vienen después de haber asumido junto al resto de su familia que necesitan ayuda, lo que resulta muy importante con vistas a su recuperación. Además -añade el responsable de Ulia Enea- la heroína genera una dependencia física mucho mayor que la cocaína».

En el otro lado de la balanza, sin embargo, se sitúan los problemas mentales asociados a la cocaína, el speed, el éxtasis e incluso el hachís. «Son drogas que disparan la incidencia de las patologías psicológicas. Todavía es demasiado pronto para decir si a la gente se le va la cabeza porque ya la tiene mal o porque el consumo de esas sustancias se la estropea pero lo cierto es que uno de cada dos usuarios del programa precisan medicación por problemas psiquiátricos», resume Zubia. Esa complejidad añadida ha llevado a los responsables de Proyecto Hombre a alargar los tratamientos para la cocaína, que inicialmente fueron concebidos con una duración muy inferior al itinerario de la heroína. «El programa de opiáceos suele durar entre dos años y dos años y medio mientras que el otro, que nosotros llamamos intensivo, era al principio más corto pero ahora anda también por los dos años», precisa.

Estabilidad emocional

En el caso de la cocaína, el proceso de desintoxicación tiene a su favor que no genera un síndrome de abstinencia física como el del caballo. «Hay mucha irritabilidad, insomnio y una depresión generalizada pero no es tan duro desde el punto de vista físico como la heroína. El programa -añade el responsable de Ulia Enea- pasa por dotar al usuario de cierta estabilidad emocional regularizando su estilo de vida y rompiendo las rutinas del pasado».

Los terapeutas no se atreven a afirmar si el tratamiento tiene mayor éxito entre los consumidores de coca o los de caballo aunque sí insisten en que los primeros tienen a su favor un entorno social más estructurado. «Eso ayuda mucho aunque también hay que tener en cuenta que drogas como la coca o el speed son mucho más fáciles de encontrar que la heroína, a la que sólo se tiene acceso en círculos marginales. Es más, se podría decir que la cocaína, el speed o el éxtasis forman parte de un determinado estilo de diversión y son como un pack asociado a esos ambientes. Está claro que una persona no puede estar tres días seguidos sin dormir y además bailando únicamente a base de tónicas».

Además de cierta tolerancia social, hay otro factor que explica el imparable ascenso del consumo de la cocaína. «La coca -dice Zubia- está sometida a la oferta y la demanda y como la oferta debe hacer crecido mucho porque cada vez hay más tráfico su precio ha bajado a la mitad en un plazo de diez años».

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