Nueva herramienta

Hasta ahora, las personas que desean dejar esta droga reciben principalmente apoyo psicológico, aunque el síndrome de abstinencia y el elevado riesgo de recaídas comportan que un gran porcentaje de estas personas abandonen el tratamiento antes de estar curados.

Según explicó en rueda de prensa Pérez de los Cobos, la vacuna en cuestión consistiría en la administración de una molécula muy parecida a la de la cocaína pero adulterada, para posibilitar que sea reconocida por el sistema inmune como sustancia extraña, y que el cuerpo actúe provocando anticuerpos que impidan que esas moléculas lleguen al cerebro.

Independientemente de qué vía de entrada se elija para consumir la cocaína -inyectada, fumada o esnifada-, la droga llega al cerebro a través de la sangre. Las moléculas de la cocaína son tan pequeñas que consiguen atravesar la barrera hematoencefálica, el obstáculo que pone el torrente sanguíneo para proteger el cerebro. La vacuna anticocaína absorbe la droga, como una esponja, para impedir su paso al sistema nervioso y su efecto placentero.

El objetivo de la vacuna es que los consumidores, que «son enfermos», no noten los efectos de la droga al tomarla, de manera que vayan abandonando el hábito paulatinamente al no conseguir lo que buscan. En cualquier caso, el fármaco, que aún «va a tardar tiempo en estar en el mercado», según indicó Pérez, no sería preventivo, sino que se enmarcaría dentro de una multiterapia para la adicción a la droga, que incluiría también el necesario apoyo psicológico para abandonar la adicción.

En declaraciones a ABC, el presidente de la SET precisó que la iniciativa de llevar a cabo estos ensayos de la vacuna contra la adicción a la cocaína en nuestro país está aún «en fase de estudio» por parte de estos laboratorios, cuyo nombre no quiso desvelar.

«Primeros contactos» Uno de los laboratorios que está desarrollando esta nueva terapia contra la cocaína es la empresa Xenova, del Reino Unido, que está realizando varios ensayos clínicos con un preparado llamado TA-CD.

«Sólo ha habido unos primeros contactos con varios laboratorios», se limitó a señalar Pérez de los Cobos, quien recalcó que ni tan siquiera se ha elaborado el preceptivo informe que detalla el protocolo de cualquier ensayo y que, en este caso, deberá ser presentado y aprobado por la Agencia Española del Medicamento. «Todavía no sabemos si se podrá disponer de pacientes para que participen en ensayos clínicos», afirmó el presidente de la SET.

En cualquier caso, Pérez recalcó a ABC que los ensayos que se podrían hacer en España son con un tipo de vacuna terapéutica, no preventiva, por lo que iría destinada sólo a personas que ya hayan desarrollado una adicción a la cocaína, y no a población de riesgo. El presidente de la SET quiso hacer hincapié en este punto, ya que, como él mismo admitió, «hay gente, sobre todo en Estados Unidos, que ha planteado la posibilidad de que este tipo de vacunas sean preventivas y se apliquen a jóvenes antes de que desarrollen la adicción. Yo espero que esto no pase nunca, y, en todo caso, en España no se plantea esta posibilidad».

Una lacra en aumento El consumo de cocaína en España está aumentando de manera alarmante en los últimos años. Desde 1999, el consumo de esta droga se ha duplicado en nuestro país, donde se estima que la tasa de prevalencia para el grupo de edad de entre 15 y 64 años es del 2%, casi el doble que en el resto de Europa, que es del 1,1%, según datos del Observatorio Europeo de las Drogas.

La Delegada del Gobierno para el Plan Nacional Sobre Drogas, Carmen Moya, que también acudió al congreso de la SET de la capital catalana, alertó de que, en comparación de lo que ha sucedido con otras sustancias como la heroína, la cocaína «sigue teniendo una imagen mitificada». «Los más jóvenes relacionan su consumo con éxito social, de relevancia, y está muy vinculada a los espacios de ocio», explicó ayer Moya.

En los últimos años se está asistiendo a un claro descenso del consumo de heroína y de éxtasis, a un mantenimiento del alcohol y a un incremento sostenido pero preocupante de la cocaína y el cannabis, según los datos del Plan Nacional contra las Drogas.