Estas son las conclusiones de un estudio realizado en el Hospital Infantil de Cincinnati, en Estados Unidos, utilizando los datos recopilados de 4.399 menores de edad a lo largo de seis años, que ahora han sido publicados en la revista especializada Enviromental Health Perspectives.
Los resultados del estudio indican que los niños y adolescentes que están expuestos al humo del tabaco logran tres puntos menos que los que no lo están en una prueba de lectura y casi dos puntos menos en un examen de matemáticas, de una media de 100 puntos y con sólo una leve exposición al pernicioso cigarrillo humeante.
Impacto social
Para comprobar las habilidades lógicas y de razonamiento se utilizaron puzzles de bloques que los pequeños debían colocar de forma adecuada.También aquí fueron menos hábiles los que viven en un ambiente ligeramente cargado de nicotina: de una media de 10 puntos, éstos fallaban un 0,55% más. «Son cifras poco significativas desde el punto de vista clínico para un solo niño, pero si tienen implicaciones muy importantes a nivel social porque son millones de menores los que están en esa situación», asegura la doctora Kimberly Yolton, responsable de esta investigación en el hospital de Cincinnati.
Los datos que Yolton utilizó fueron recogidos entre 1988 y 1994 por la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de Estados Unidos.Para medir la exposición al humo de los críos, recopiló los relativos a los niveles infantiles de cotinina, una sustancia que produce la nicotina en el cuerpo humano. La cotinina se puede medir en la sangre, la saliva, la orina o en un pelo.
Yolton y su equipo midieron qué cantidad de esta sustancia tenían 4.399 niños de entre seis y 16 años en su organismo. Escogieron sólo a aquellos chavales cuyos niveles de cotinina eran de 15 ng/ml (nanogramos por mililitro de sangre) o menos de esa cantidad, que es lo que indica una exposición continua al humo ambiental.Otra condición era que no hubieran consumido productos con tabaco al menos en los cinco días anteriores.
Para determinar las capacidadades intelectuales y académicas, los investigadores utilizaron tests estandarizados de inteligencia.Al comparar los resultados de las pruebas con los índices de cotinina, comprobaron que a mayores niveles de ésta, mayor era la disminución de la capacidad de lectura, de cálculo matemático o de razonamiento lógico. Incluso cuando el nivel de exposición al humo del tabaco había sido pequeño, también se detectaba cierto retraso cognitivo en los chavales, respecto a los que no lo habían estado.
La doctora Yolton y sus colegas, en contra de todo pronóstico, detectaron que era en los menores sometidos a los niveles más bajos de nicotina en los que la disminución del desarrollo era mayor. Mientras que decrecía en un punto por cada unidad de cotinina en los niveles superiores a 1ng/ml, el declive llegaba a los cinco puntos cuando los niños no alcanzaban esa cantidad.
Millones de perjudicados
Yolton, que presentó recientemente este trabajo en un congreso de la Sociedad Académica de Psiquiatria, en Baltimore, recordaba que en Estados Unidos más de 13 millones de menores están expuestos a niveles de humo que pueden ser perjudiciales para su salud física y, según su estudio, también intelectual. Y es que, pese a las duras campañas antitabaco que desde hace años se realizan en este país, aún un 43% de niños respira la nicotina en sus propias casas. De hecho, los expertos detectaron que el 85% de los niños analizados tenía alguna cantidad de cotinina en su sangre.
Sin embargo, es probable que ya nacieran con ella, puesto que son muchas las embarazadas que no dejan de fumar durante los nueve meses de gestación. Investigaciones de hace seis años ya demostraron que los hijos de madres enganchadas a la nicotina tienen más problemas de aprendizaje que los que no lo son, sobre todo por un déficit de la atención y la hiperactividad.
Theodore Duke, de la Universidad de Duke y autor de este trabajo, aseguraba entonces que «es muy probable que la exposición a la nicotina en una etapa en la que el cerebro se está desarrollando, cause daños irreversibles en la función y la estructura de vías nerviosas específicas».
El coste de un pitillo para la salud de los menores
Hace 444 años que los exploradores españoles trajeron del Nuevo Mundo un producto, consumido en las selvas americanas, que iba a dar grandes placeres y mayores disgustos al resto de la Humanidad.
Hoy, el tabaco -cuyo nombre procede de la pipa que usaban los mayas para su consumo, llamada "tabago"- está declarado enemigo mundial por los prejuicios que genera en la salud, y muy especialmente en quienes no pueden elegir si fumar o no, como es el caso de los niños.
Un estudio realizado en España por la Asociación Española de Pediatría desveló que en el 60% de los hogares con niños asmáticos hay algún familiar que fuma. El asma es una enfermedad que en 2002 afectaba ya al 11,5% de los menores.
Pero no es la única. También se ha comprobado que aspirar la nicotina y alguna de las 4.000 sustancias químicas activas que hay en el humo de cada cigarrillo provoca un aumento de las enfermedades respiratorias, incrementa las infecciones de los oídos y el riesgo de muerte súbita en los bebés y está detrás de la predisposición a sufrir un cáncer cuando ese niño llega a la madurez.
Las cifras respaldan estas afirmaciones: los hijos de madres fumadoras sufren un 38% más de hospitalizaciones por bronquitis y neumonía entre los seis y los nueve meses de edad que los que viven en casas libres de humos.
Otra investigación realizada en la Universidad de Harvard en 2003, por el doctor Steohen L. Buka, desveló que los hijos de fumadoras -siempre que consumieran más de una cajetilla diaria durante el embarazo- son más propensos a ser adictos cuando lleguen a la edad adulta. Además, lo normal es que siguieran fumando tras el parto, con lo cual la nicotina también les llegaba a través de la leche materna.
Ante tanta alerta sanitaria, la Asamblea de California presentó el pasado año un proyecto de ley que prohíbe fumar en coches y camiones particulares en los que viajen niños. Pero no fue bien aceptado por todos. Numerosos ciudadanos se quejaron de que el proyecto iba contra las libertades constitucionales y declararon que las autoridades debían tener el valor de prohibir totalmente el tabaco como producto, si resulta que es tan perjudicial, en lugar de fijar limitaciones.
En lo que coinciden todos los expertos, no obstante, es en la necesidad de concienciar a los mayores de que los pequeños no pueden elegir y, por tanto, su derecho a la salud debe ser prioritario.