Bernardo empezó a fumar hachís con 13 años, tras unas cuantas borracheras con sus colegas. Su siguiente paso, casi de manual, fueron las denominadas “drogas de síntesis”, fundamentalmente éxtasis y “trippies”, unas sustancias que cada vez cuentan con más consumidores entre la población adolescente.

Cuando cumplió 18 estaba totalmente enganchado. Consumía cocaína a diario, el dinero no llegaba y las deudas aumentaban a una velocidad de vértigo. “Hay vicios para los que la pasta nunca llega”, dice con esa voz firme que tienen los que de verdad han aprendido la lección.

Cuando entró en la cárcel pesaba sobre él una condena de ocho años por robos con intimidación en varios establecimientos. “La cárcel no es un buen sitio para dejar las drogas. Tienes todo lo que quieres sólo que el precio se multiplica por diez”, confiesa.

En el cárcel Bernardo no vislumbró “ni por asomo” ese bonito ideal que conocemos como “reinserción social”. “Eso son todo historias de los que hacen las leyes, te lo digo yo, que he fumado cocaína en mi celda siempre que me ha dado la gana”.

Su camino de retorno hacia una vida alejada de esa espiral de drogas y delincuencia (ahora es profesor en una escuela de tenis) llegó, según explica, gracias a Proyecto Hombre, una organización que abrió sus puertas en España en 1984 para ayudar a quienes necesitan salir del oscuro laberinto de las drogas. De las 13.000 personas que desde entonces han recibido el tratamiento, más de 9.000 han superado sus problemas con las drogas y han conseguido rehacer sus vidas.

Proyecto Hombre se ha consolidado en nuestro país como la organización más eficiente en la ayuda contra la drogadicción, tal y como prueban los 107 centros de atención, 255 programas aplicados, 2.400 voluntarios y más de 1.000 profesionales, casi todos psicólogos, que se reparten por nuestra geografía. Uno de los principales retos para la organización es saber adaptarse a los distintos contextos que se conforman, pues el mercado de las drogas sufre, como cualquier otro, importantes transformaciones con el paso del tiempo.

DEL BOOM DELA HEROÍNA AL IMPERIO DE LA COCA

Nada tienen que ver los años 80 y el letal “boom” de la heroína con el desembarco de la cocaína, una droga que, a pesar de su popularización, aún mantiene cierto halo de sofisticación y glamour. El informe anual europeo sobre drogas sitúa a España y Reino Unido a la cabeza del consumo de cocaína. Sin embargo, el director de Proyecto Hombre Madrid, cuestiona estos datos, ya que “tienen mucho que ver con el grado de transparencia de un país en determinados asuntos”.

Escepticismos a parte, lo cierto es que el consumo de esta sustancia en nuestro país es cuatro veces mayor que hace diez años y ha despertado la alarma de las autoridades. De hecho, la cocaína ya supera a la heroína en tratamientos de desintoxicación, su consumo es cada vez más elevado entre los jóvenes de 14 a18 años y la edad de inicio cada vez es más temprana. Según los datos del Plan Nacional de Drogas, el 7,2% de los jóvenes de entre 14 y 18 años declara haber consumido cocaína en el último año, y los ingresos hospitalarios en urgencias por drogas han pasado del 26& al 49& en el último año.

José Luis Sancho, coordinador del programa de menores de Proyecto Hombre en Madrid, explica que los efectos de las drogas entre los menores “son mucho más perjudiciales de los que ellos piensan. Los adolescentes suelen ser policonsumidores y el efecto inmediato es un rotundo fracaso escolar. Es muy furo ver cómo un joven de diecisiete años tiene una mental de ocho”.

Para Montes otro de los aspectos más crudos de su trabajo es tener que informar a las autoridades cuando comprueba que una familia, que ha ingresado a su hijo voluntariamente en el programa, no comple los requisitos mínimos para mantener la tutela del joven. “ Ni como profesional ni como persona puedo permitir que una situación que perjudica claramente a un menor continúe produciéndose”, explica.

CANNABIS: ¿UNA DROGA BLANDA?

Según el estudio “Estado de las drogas en Europa” los jóvenes españoles son también, junto a os británicos, los que más cannabis consumen. Así, un 22% reconoce haber fumado esta sustancia recientemente. A pesar del cada vez más nutrido movimiento pro-legalización, y de que más de 62 millones de europeos reconocen haberlas probado, desde Proyecto Hombre alertan sobre “el falso mito de las drogas blandas” y advierten del daño psicológico que pueden causar.

“Quines hablan de drogas blandas son, en muchas ocasiones, los mismos que las consumen a diario y en cantidades excesivas. Si alguien bebe todos los días una cierta cantidad güisqui convenimos que es un alcohólico. Cuando pasa lo mismo con el hachís deberíamos hacer lo mismo y no enarbolar la bandera de las drogas blandas o de la legalización. Y aquí, volvemos a lo de siempre: las principales víctimas son los menores”, concluyen.