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Las terapias para dejar de fumar ganan eficacia si son «a la carta»
Fecha: 24.04.2004 Fuente: www.elmundosalud.com

«Tenemos las herramientas adecuadas, conocemos empíricamente que hay fumadores que se benefician muchísimo [de cierta opción], pero antes del tratamiento no sabemos si el paciente se va a beneficiar o no», lamenta José Carreras, que dirige la Unidad de Tratamiento del Tabaquismo del Hospital Carlos III, en Madrid.

ISABEL ESPIÑO
Publicado en
www.elmundosalud.com en marzo de 2004
 
Sin embargo, un estudio publicado esta semana en "Annals of Internal Medicine" acaba de revelar que la terapia de sustitución nicotínica resulta óptima cuando se decide a la carta a partir de simples características del usuario, como que sea obeso.

En términos generales, la eficacia de estos tratamientos es similar, si bien ya se sospechaba que ésta podía variar en función de cada fumador.

Se intuía, por ejemplo, que a las personas con gran dependencia les iban mejor los chicles con más nicotina (4 mg) que las dosis estándar (2 mg). Asimismo, quienes ya han intentado abandonar su hábito anteriormente deben probar con una terapia combinada (como chicle y parche), mientras que en los fumadores que sufren trastornos de ansiedad o depresión resulta más apropiado el bupropion.

Elección del adicto

Pero se trataba de valoraciones fruto de la experiencia diaria y, «en ausencia de estos criterios, no hay nada que nos diga qué va a ir mejor. Se deja a la elección del paciente [en función de las ventajas e inconvenientes de cada dispositivo]», explica Carreras.

Pero esta práctica podrá modificarse a raíz de los hallazgos del estudio del Annals, que ha evaluado a más de 300 fumadores decididos a abandonar su hábito y que fueron divididos en dos grupos (uno recibió parches nicotínicos y el otro, el spray nasal).

Tras un seguimiento de seis meses, se constató que, aunque a primera vista las tasas de eficacia resultaban similares en ambos colectivos (15% y 12%, respectivamente), el dispositivo transdérmico parecía más efectivo en individuos con una dependencia moderada, blancos o sin exceso de peso, mientras que el otro tratamiento era mejor para las personas muy fumadoras, de otras razas u obesas.

De hecho, el especialista del Carlos III señala que, desde que el año pasado se presentaron resultados preliminares de este trabajo —durante el congreso de la Sociedad para la Investigación en Nicotina y Tabaco (SNRT, en inglés)—,«a las personas con sobrepeso les estamos tratando más con chicles de nicotina que con el parche».

Actualmente, el spray no está disponible en España, pero el perfil del paciente puede aplicarse también a la goma de mascar: ambos tienen un mecanismo de recompensa similar. «Estos fumadores [obesos] pueden ser especialmente sensibles a tratamientos para dejar de fumar que otorguen refuerzos positivos. Tanto la comida como la nicotina los proporcionan», dice el trabajo de Annals. En cuanto a los más adictos, también «la capacidad del spray de administrar la nicotina cuando lo desean y los efectos de recompensa más rápidos pueden ser los factores más importantes para facilitar la abstinencia», añade.

De todos modos, Carreras advierte que «esto no siempre es extrapolable a la rutina clínica». Así, con el parche se consigue una mejor adherencia al tratamiento, por lo que, aunque un fumador sea obeso, puede que resulte más apropiado el dispositivo transdérmico si se intuye que es poco cumplidor.

Además, agrega, aún será necesario hacer más estudios al respecto. Por lo pronto, el trabajo de Annals logra que «se empiecen a limitar las poblaciones de fumadores de cada tratamiento», concluye.

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