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Alberto Torres, un colombiano que revoluciona el programa para drogadictos en Francia
Fecha: 01.12.2004 Fuente: eltiempo.com

Torres trabajó en una obra social familiar antes de irse a París.
Con su trabajo, convenció a autoridades de que el camino para recuperar a los drogadictos no es el de la represión

Desinfecta el escalpelo, luego las pinzas, el bisturí y por último las tijeras. Arroja a la basura sus guantes de látex y cuelga su blusa blanca en un armario improvisado.

Guarda en un cajón las curitas y las vendas que no utilizó. Cualquiera pensaría que ha concluido una cirugía pero no es así. La persona que acaba de cruzar el umbral de la puerta, caminando erguida y pisando fuerte es un consumidor de crack a quien Torres le ha limpiado y arreglado los pies.

Este colombiano llegó a París hace 5 años con el propósito de buscar fondos para Ponte en mi lugar, la asociación que él y su familia fundaron en Bogotá y en la que desarrollan programas de educación y actividades extraescolares para niños de la calle.

En Francia, se inició como voluntario en estructuras de apoyo a consumidores de droga. A los pocos días, en vista del excelente contacto humano que tenía con la gente, de su conocimiento y su experiencia (producto de su actividad en Colombia), le ofrecieron un trabajo remunerado y decidió quedarse.

Desde hace un año y medio coordina y dirige Step, el primer centro en Francia reconocido por el Ofdt (Observatorio Francés de Drogas y Toximanías), que propone herramientas de prevención para consumidores de drogas, especialmente de crack.

Step está estratégicamente situado en el corazón La Goutte d"Or, un barrio de inmigrantes al noroeste de la capital y conocido por sus elevados índices de delincuencia, prostitución y tráfico de estupefacientes.

Subvencionado por el ministerio francés de la salud pública, el trabajo de Torres consiste, por un lado, en promover, entre los vecinos no usuarios de drogas, campañas de sensibilización y tolerancia frente a los consumidores y, por el otro, en informar, educar y prevenir a todos los habitantes de la localidad sobre los riegos asociados al consumo de drogas.

También hace parte de su trabajo distribuir gratuitamente el material necesario para procurar un consumo en las mejores condiciones posibles de higiene y de esta forma evitar cualquier tipo de contaminación.

"No se puede permitir que la gente utilice una jeringa diez veces y que la comparta con sus amigos -dice-. El consumo de drogas es una realidad innegable a la que es preciso hacerle frente con herramientas prácticas de prevención y control".

Las respuestas a los problemas derivados de la droga tienen que dejar atrás "los discursos moralistas basados en esquemas represivos", agrega.

El primer paso

Más de 1.500 personas acuden mensualmente a la sede de Step, que abre entre las 5 de la tarde y las 11 de la noche. En su mayoría son divorciadas, viudas o solteras. Homosexuales, heterosexuales, prostitutas y travestís. Sin trabajo. Sin techo propio. Principalmente franceses, africanos y europeos del este entre los 23 y los 35 años. Hombres y mujeres que arrastran consigo una larga trayectoria de consumo de drogas (75% de involucrados con el crack) y de exclusión social.

"A través de mi trabajo he tratado de ir cambiando la mentalidad de muchos educadores y trabajadores sociales franceses, practicantes de eso que llamo la cultura de la caridad pública-dice-. A punta de darles sopa y té con galletas a los toxicómanos que viven en las calles, los trabajadores sociales no llegan nunca a enterarse realmente de lo que pasa".

"La relación con las personas que acuden a Step no se establece a través de lo que damos materialmente sino de un servicio, de un diálogo y un intercambio de experiencias -agrega-. Escuchar el relatos de sus vidas es nuestra materia prima para elaborar respuestas adecuadas".

Los toxicómanos entran al local. Saben que adentro no se puede consumir ni vender droga. Se acercan en fila al mostrador donde reciben las "municiones" necesarias para su consumo personal: jeringas empacadas al vacío, gel desinfectante en sobres, agua esterilizada, tampones con alcohol, crema cicatrizante, preservativos, pitillos plásticos y pipas para fumar crack.

Desde el 22 de Diciembre del 2003 se encuentra en fase experimental el Kit Kiff que consiste en entregarles a los usuarios de drogas un kit completo con el material adaptado a su forma de consumo.

Higiene: manos a la obra

Torres saluda a un hombre joven que lleva tres días "de viaje" y seis noches protegiéndose en vano de la nieve, durmiendo en la boca del metro y lo invita a conversar abajo, en "el consultorio". El muchacho accede y le esboza una sonrisa oscura de dentadura inexistente. Camina con dificultad, trae los zapatos mojados y a medida que avanza va dejando tras de si una estela de agua. El joven se quita los zapatos y con la ayuda de Torres despega lentamente las medias adheridas a la piel de sus pies.

"Ocuparse de los pies de un usuario de drogas genera un espacio de intimidad propicio para las confidencias, este espacio es como el diván de Freud para los toxicómanos", explica Torres, mientras observa los pies desnudos de su "paciente".

A punta de bisturí y escalpelo, le corta los pellejos, los callos, las pieles muertas. Cura las infecciones, cierra las heridas. Esculpe los pies y le devuelve la forma natural a los dedos.

A través de los talleres de higiene de pies y manos el usuario de drogas aprende a querer y a respetar nuevamente su cuerpo. "Más allá de una herramienta que responde a un vacío de salud pública, estos talleres son la prueba cotidiana que el camino que devuelve a la dignidad y a la vida a las personas envueltas en el infierno de la droga no es la represión".

Torres no es médico ni podólogo. Lo que sabe lo ha aprendido "sobre la marcha", suele decir cuando le preguntan por sus estudios o su profesión.

"Desde chiquito, un cuarto de mi casa siempre estuvo abierto para los niños de la calle. Nosotros no teníamos derecho a llegar después de las diez y media de la noche. Los niños de la calle sí podían pues mi papa decía que ellos no conocen la noción del tiempo.

"A menudo las curaciones que hago aquí en Step no pasan de ser de estricto sentido común, equivalentes a echarle mertiolate a la rodilla de un hijo que se acaba de caer montando bicicleta. Los talleres de higiene disipan los riesgos de infección, pero lo más importante es que son instantes preciosos de diálogo para ajustar nuestro trabajo a las necesidades de la población toxicómana".

En vista de los excelentes resultados que han arrojado los programas de Step en reducción de riesgos asociados a las prácticas de consumo, se han creado en Paris nuevos centros de atención para facilitar a las personas que consumen drogas y que no desean abandonar el consumo o que no están en condiciones de hacerlo, la ayuda necesaria para que mejore su estado de salud y sus condiciones de vida.

ANDREA CHEER
Especial para EL TIEMPO
París

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