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La droga gana mercado en los bares
Fecha: 10.11.2007 Fuente: www.elcorreodigital.com

REGISTRO. Policías antidroga esposan al responsable de un local durante una redada en Santutxu. / LUIS CALABOR
Bilbao. La Policía Municipal ha cerrado este año 20 establecimientos hosteleros en Bilbao por distribuir sobre todo cocaína, hachís y "speed", en algunos casos a menores

AINHOA DE LAS HERAS a.delasheras@diario-elcorreo.com
La droga se vende cada vez más en bares. El tradicional menudeo en la calle, los pases mano a mano delante de miradas indiscretas han encontrado refugio. En los últimos tres años, la Policía Municipal de Bilbao ha detectado un incremento de esta actividad ilegal en establecimientos públicos. También existe una mayor «sensibilidad» ciudadana, que se traduce en denuncias vecinales. De hecho, el año pasado, la Unidad de Drogas, felicitada públicamente por la Fiscalía, cerró 16 locales por narcotráfico y a lo largo de 2007, ha clausurado una veintena más, según los datos facilitados por el Ayuntamiento bilbaíno. La mayoría de estas operaciones se iniciaron gracias a la colaboración ciudadana.

Los bares ofrecen al traficante cierta «impunidad», ya que los compradores de droga se mezclan con los simples clientes, «y es difícil diferenciar unos de otros», indica un agente especializado en la lucha contra el narcotráfico. El negocio dificulta también la actuación policial. «La Ley no te permite cachear indiscriminadamente», añade. Antes de entrar en un local, los agentes tienen que disponer de suficientes pruebas indiciarias del delito.

Por este motivo, el trapicheo en establecimientos públicos también «se castiga más». Se entiende como una circunstancia agravante de la conducta ilegal y suele aumentarse la pena en un grado. En el caso de las drogas duras, las últimas condenas dictadas por los jueces contra responsables de bares por traficar detrás de la barra fijaban el castigo en nueve años de cárcel. Cuando se trata de "cannabis", la pena se puede quedar en cuatro o cinco años de prisión, en función de la cantidad incautada.

La Asociación de Hosteleros de Vizcaya cree que el hecho de que estén «involucrados» algunos locales -aunque no sean afiliados-, «perjudica la imagen del sector». El secretario general de la asociación, Ángel Gago, planteó en una asamblea, y así se aprobó, ejercer la acusación particular en estos casos, aunque sólo se llegó a presentar en dos, porque resultaba «demasiado caro» de asumir. Gago pide que se «endurezcan las penas» contra este tipo de delincuentes, y que se «exija una formación» para poder trabajar en el gremio. No siempre son los dueños los que trapichean, en ocasiones venden los camareros y, en esos casos, «no es tan fácil echarles; hay que demostrarlo».

La cocaína y el hachís son las sustancias que suelen venderse en bares. En alguna de estas operaciones también se han incautado algunas dosis de "speed". Los barrios de Santutxu, San Ignacio, Rekalde o Zorroza, y también el centro de Bilbao, han sido escenario de redadas. En algunos casos, los bares investigados estaban situados cerca de colegios y vendían, generalmente, trozos de costo a estudiantes menores de edad. En febrero de 2005 se precintó un local en La Peña donde los clientes hacían cola para comprar hachís. Un matrimonio que regentaba el bar y un camarero estaban presuntamente implicados en el negocio ilícito.

«Del chiquiteo no viven»

No resultaba tan aparente un caso en el populoso distrito de Santutxu, sobre todo porque ocurría en un callejón casi sin salida, un lugar conocido como trasera de la calle Iturriaga, ya que carece de nombre. En 18 meses, la Policía Municipal cerró allí seis locales ubicados en hilera en menos de cien metros. La calle tampoco tiene portales, sólo una sucesión de pequeñas lonjas, en las que se han ido instalando bares, algunos sin permiso de apertura, y un taller mecánico. Limita con el grupo Azurleku, lo que le ofrece una privilegiada situación a quien quiere pasar desapercibido. Los coches que cruzan por el callejón, o se habían perdido o iban a comprar droga. «Venían, entraban a por lo que buscaban y se iban. No había escándalos ni ruidos, eran muy discretos», resume una vecina con cierto aire de condescendencia.

En los últimos 18 meses, la Policía Municipal de Bilbao ha cerrado seis de esos establecimientos, cinco por tráfico de drogas y otro por consentir el consumo y la venta en el interior. El "Sahara", en el que ha habido varias redadas, el "Touareg", el "Djembe", el "Plis" y "La Reserva", tienen la persiana bajada. La última operación se desarrolló el pasado 17 de octubre y supuso también la clausura del local, si bien el juez ordenó posteriormente levantar el precinto policial para evitar que se convierta en una «condena anticipada», indican fuentes municipales. Aún quedan dos locales abiertos.

Estrechos, con una barra alargada y sin mesas, casi todos tienen el nombre pintado a mano. «Llevo cuatro años viviendo aquí y no he entrado nunca a esos bares, la verdad. No invitan a tomarse un café o unas rabas», confiesa una joven que pasea a su bebé en una sillita bajo la lluvia. «Del "chiquiteo" no viven, eso está claro», confirma un veterano residente, jubilado, que sale por la mañana a comprar el periódico y el pan. «Cuantos más precintos, mejor», se felicita en referencia a la presión policial.

Testigos privilegiados del trapicheo, los vecinos veían «movimiento, sobre todo los fines de semana, de chavales, pero también de gente más mayor».

Molestias por los perros

«Están pillados y venían a por algo», confirmaba una mujer asentada en la zona desde hace 27 años. En el último bar clausurado se decomisaron 24 gramos de cocaína en bolsitas. Los dueños alegaron que eran para su propio consumo. Además, les incautaron diez armas blancas, entre ellas una katana, un puñal y un sable. Pero más que la "discreta" venta de la droga, a algunos residentes parecía molestarles sobre todo el olor que desprendía una lonja donde los propietarios guardaban dos perros pastores alemanes.

«Se intuía, pero ver, nunca he visto trapicheo», reconocía una mujer, que prefería que su nombre no apareciera publicado, al igual que todos los demás. «No sé nada, pero tengo entendido que por esos bares suelen vender», intervenía una señora con prisa.

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