<componentes de un plan de acción>

Explicitación de nuestro programa.

Conocimiento de la situación.

Formación de mandos intermedios.
Prevención de las drogodependencias.
Tratamiento.
Detección de consumos.
Evaluación.

Explicitación de nuestro programa

A partir del acuerdo expreso de los diversos interlocutores de la empresa para la puesta en marcha de la actuación, encargamos a una Comisión, en la que estén todos ellos representados, la elaboración de las directrices generales del Proyecto: una política pública que recoja las líneas de actuación y los derechos y deberes de las partes.

 

El programa se plasmará en un documento que lo hace explícito para el conjunto de los trabajadores, dando cuenta de los objetivos que se persiguen y de los procedimientos que para la aplicación del mismo se ponen en marcha.

Este documento escrito, pactado entre las partes, recogerá los siguientes elementos:

Filosofía de la intervención.
Objetivos.
Prioridades.
Actividades a desarrollar.
Recursos humanos, financieros y materiales.
Calendario.
Actores y responsabilidades.
Evaluación.

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Conocimiento de la situación

No es imprescindible que cada empresa que se proponga intervenir ante el fenómeno de las drogodependencias haga un estudio exhaustivo de su situación inicial. Sin duda, es preciso hacer un "diagnóstico de la realidad" que permita conocer el punto de partida, pero en muchos casos bastará con poner en comunicación los datos que poseen los diferentes servicios comprometidos con el programa.


 
 

En otras ocasiones, debido a la carencia de datos, al tamaño de la empresa o a otras consideraciones, se impondrá la necesidad de acometer un estudio específico sobre la situación, el cual pudiera incardinarse en el marco de un estudio más amplio sobre la salud laboral. Articular un proceso de colaboración entre los recursos internos especializados en temas de salud y las agencias externas, hará factible conocer de dónde partimos a la hora de impulsar la iniciativa.

Esta aproximación permitirá:

Reconocer los tipos y niveles de consumo de drogas.
Detectar los posibles factores del medio favorecedores de tales consumos.
Determinar los recursos disponibles en la propia empresa.

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Formación de mandos intermedios

Estamos poniendo en marcha una intervención en cuyo diseño, desarrollo, seguimiento y valoración han de participar los diversos agentes del mundo de la empresa. Para asegurar una intervención de calidad, será precisa una adecuada formación de todas estas personas que les permita interiorizar una cultura básica sobre el objeto de actuación.



Una formación útil para actuar que permita:

Desdramatizar el fenómeno de las drogodependencias, a fin de abordarlo con serenidad.
Manejar una visión cualificada de su naturaleza y sus tendencias de futuro.
Conocer las actuaciones de la comunidad en que la empresa se ubica.
Analizar las posibilidades de acción y la tradición existente en la empresa.
Disponer de instrumentos de planificación que aseguren la eficacia de las actuaciones.
Adquirir habilidades adecuadas para la tarea específica asignada a cada agente (coordinar un equipo, detectar y/o abordar situaciones de abuso de drogas, estimular a las personas en situación problemática a servirse de los dispositivos de ayuda, etc.).

Especial importancia cobra la formación de los mandos intermedios para que, rehuyendo toda tentación disciplinaria, sean capaces de:

Detectar potenciales indicadores de abuso de drogas.
Comunicar las posibilidades de ayuda existentes.

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Prevención de las drogodependencias

El medio laboral constituye un marco de privilegio para la promoción de estilos de vida saludables y autónomos entre los trabajadores. Poner en marcha iniciativas de educación sobre drogas, será pilar básico de nuestra intervención global en la materia.

La educación sobre drogas en que la prevención se concreta, habrá de centrarse en los siguientes aspectos:

Las drogas y sus usos: mitos y realidades.
Impacto personal y socio-laboral.
Responsabilidad de cada trabajador.
Política de la empresa.
Funciones de los diferentes interlocutores.
Alternativas asistenciales.
Recursos que la empresa pone a su disposición.

Dos niveles concretan este capítulo básico de la intervención:

1- Reducción de la demanda

Conjunto de actuaciones informativas y educativas orientadas a disuadir del abuso de drogas, a tomar conciencia de los riesgos de diversa naturaleza que el mismo conlleva, y a manejar habilidades que permitan sustraerse a las incitaciones al consumo. En definitiva, acciones cuyo propósito es ayudar a los trabajadores a tomar decisiones ante las drogas, presididas por el respeto a su bienestar y autonomía.

2- Reducción de la oferta


 
 

En el fenómeno de las drogodependencias se implican un sinfín de actitudes inconscientes y de conductas rutinarias que nos pasan inadvertidas. Puede ocurrir, por ejemplo, que una empresa impulse una actuación decidida ante el abuso de alcohol, mientras mantiene una oferta generosa de bebidas alcohólicas en el comedor, en la cesta de Navidad y en otros servicios generales. La misma empresa que actúa adecuadamente ante la demanda, contribuye con su oferta no sólo a aumentar la disponibilidad de bebidas alcohólicas, sino a crear un clima de normalidad en torno a su consumo.

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Tratamiento

Un elemento fundamental de los programas de intervención en drogodependencias en el ámbito laboral viene constituido por el establecimiento de vínculos con los recursos existentes en la comunidad en la que la empresa se ubica y de la que forma parte.

Recursos comunitarios

Dispositivos técnicos diversos entre los que podemos citar: Centros de Salud Mental, Centros específicos de Drogodependencias, Departamentos de Bienestar Social de Ayuntamientos, etc., se hacen cargo de los distintos momentos que conforman la intervención especializada en la materia: acogida y elaboración de la demanda, evaluación de la persona (tanto médica como psicológica y social) y del tratamiento individualizado que en cada caso sea preciso desarrollar.

Recursos internos

Servicios médicos y sociales de la empresa que se encargarán de las siguientes funciones:

Información y orientación sobre las posibilidades existentes, tanto dentro como fuera de la empresa, para atender problemas relacionados con las drogas.

Detección precoz, a partir de los reconocimientos médicos periódicos, y de las diversas informaciones existentes, que ayude a completar el diagnóstico.

Diagnóstico médico, psicológico y social, que permita orientar y, en su caso, derivar el problema en función de su singularidad.

Recepción, análisis y redefinición de demandas.

Intervención mínima, practicando actuaciones sencillas pero probadamente eficaces: consejo médico, guías de autoayuda, seguimiento de los logros, etc.

Derivación a los recursos externos, lo que permite evitar ingerencias en la vida privada del trabajador, reducir los costos de la intervención y aumentar su eficacia.

Motivación. Tanto respecto a las personas identificadas por sus problemas con las drogas, como al grueso de las no identificadas, resulta importante divulgar las garantías de mantenimiento del puesto de trabajo que conlleva la participación en el programa, a fin de impedir recelos.

Seguimiento. Mediante contactos con el centro terapéutico y con el trabajador, conoceremos la evolución del mismo, tanto durante el tratamiento como tras la reincorporación normalizada a su puesto de trabajo.

Tres criterios han de presidir la intervención terapéutica:


Voluntariedad. La incorporación de los trabajadores ha de obedecer a una decisión personal, adecuadamente favorecida por la empresa, como reconocimiento de sus derechos y como clave de éxito.

Confidencialidad. Todos los trabajadores han de conocer el riguroso respeto con el que serán tratados los datos individuales.

Seguridad del empleo y de los ingresos. Se evitará cualquier percepción de amenaza asociada al contacto con el programa.

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Detección de consumos

Detectar el consumo de drogas en una persona significa identificar aquellas señales relacionadas con el mismo. Estas señales reciben el nombre de indicadores y pueden ser de dos tipos:

Indicadores indirectos

 
 

Alteraciones en el funcionamiento y la integración laboral del trabajador que pueden sugerir abuso de drogas: absentismo, deterioro del rendimiento, problemas de relación, siniestrabilidad, retrasos, salidas prematuras, menor calidad de ejecución, prolongación de descansos, decisiones erróneas y, en general, cualquier alteración del funcionamiento psicofisiológico (memoria, reflejos, concentración, pensamiento lógico, estado de ánimo, etc.).

Es difícil que el abuso regular de drogas pase inadvertido para los compañeros y para la línea de mando.

Indicadores directos

Reflejan de modo específico el abuso de drogas:

Detección de parámetros biológicos alterados (quienes abusan regularmente del alcohol suelen tener elevadas las transaminasas y algunos otros valores, y los análisis de sangre de los reconocimientos periódicos permiten detectarlo).
Detección de las propias drogas en analíticas de orina: cada sustancia tiene un tiempo de vida en el organismo del consumidor durante el cual resulta posible detectar su presencia.

Los primeros no resultan polémicos, por cuanto parece lógico que un reconocimiento médico indague aquellas alteraciones biológicas que orientan hacia posibles trastornos de base. Más conflictivas resultan las analíticas de orina para detectar el consumo de drogas.

Respecto a ellas, cabe hacer las siguientes observaciones:

Sólo tienen sentido si van seguidas de una propuesta de tratamiento con garantías mínimas de eficacia.
Se han propuesto diversos momentos en los que tendría sentido su utilización: en reconocimientos médicos de selección de personal; en reconocimientos médicos periódicos; cuando exista sospecha razonable de abuso de drogas; al azar; cuando se produzca un traslado o un ascenso; al volver de un tratamiento; cuando sean causa probable de accidentes ocurridos.

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Evaluación

Como parte integrante de nuestra intervención, se hace preciso valorar la calidad, la adecuación, la acogida y la eficacia del trabajo efectuado. Y ello, en una doble dirección:

Evaluación de proceso

Seguimiento regular de la actuación que nos permita conocer si los hechos están ocurriendo del modo previsto, a fin de introducir, en su caso, los oportunos ajustes. Se trata de una elemental tarea de supervisión que responde a preguntas básicas como:

¿Se están desarrollando las actividades programadas?
¿Se están ejecutando del modo en que se planificó?
¿Están participando quienes se comprometieron a hacerlo?
¿Se están utilizando los recursos previstos?
¿Están ocurriendo hechos inesperados?

Evaluación de resultados

 
 

El equipo que está impulsando la intervención en la empresa habrá tenido buen cuidado de establecer objetivos razonables y fáciles de medir. A medida que se van ejecutando las diversas fases del plan, y los diversos pasos en que se articula se van convirtiendo en realidad, resulta necesario conocer el grado en que tales objetivos se van cumpliendo, a fin de reforzar las actuaciones, modificar los elementos necesarios, analizar la verosimilitud de las metas planteadas, etc.

 
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