En
ocasiones, se esgrimen razones para inhibirse de intervenir ante las drogas
que denotan una percepción errónea de la realidad. He aquí
algunas de ellas:
"Aquí no hay problemas".
La realidad social de la que las drogas forman parte no se queda
a las puertas de la empresa.
"No es una prioridad". Lo
cierto es que se trata de un importante tema relacionado con la
salud y el bienestar, con un notable impacto sobre la vida de la
empresa.
"Poner en marcha un programa daría
mala imagen". Por el contrario, prestigia a aquellas
empresas con una política explícita y decidida sobre
el tema.
"Sería una inversión difícil
de justificar". La inhibición es lo difícil
de entender, una vez reconocido el coste que para la empresa representan
los usos inadecuados de drogas.
"Cualquiera convence a los sindicatos".
Las organizaciones sindicales están haciendo interesantes
aportaciones al tema. Actuaciones ajenas a todo carácter
represivo, bajo principios de colaboración y coordinación,
facilitarán su compromiso.
Es a partir de esta toma de conciencia cuando empienzan a abrirse horizontes
para la actuación.